De la alegría de vivir el sueño de volver a jugar un Torneo Provincial tras una década, al dolor que generan dos pérdidas irreparables. El Club Social y Deportivo Mandiyú despedía ayer a los dos jugadores que perdieron la vida el domingo de madrugada en una tragedia vial sobre la ruta nacional 12.
Matías Candia (20) y Mauricio Talavera (24) eran jugadores del Verde y se preparaba para disputar la tercera fecha del Provincial de la Federación Misionera de Fútbol, el último domingo ante Belgrano en El Alcázar. El pueblo estaba convulsionado, hasta que llegó la peor de las noticias.
“Estamos todos dolidos por la situación. Hoy el fútbol está de luto en Garuhapé. Los muchachos del equipo están devastados. Todas las actividades del club están suspendidas hasta nuevo aviso. Cuesta creer todo lo que pasó”, le dijo ayer, conmovido, el presidente de Mandiyú, Javier González (30), a EL DEPORTIVO.
El club de Garuhapé, más que un club, es una familia. Literalmente. Es que González, mandatario durante los últimos cuatro años, es también tío de Matías, una de las víctimas fatales. “Nos sentimos muy acompañados en este duro momento, no solamente por la familia de sangre, si no también por la familia del club. Hinchas, dirigentes y jugadores están al lado de las familias”, resaltó.
El último domingo de madrugada, Matías y Mauricio viajaban en motocicleta por la ruta, sobre uno de los acceso a Garuhapé, cuando por razones que se investigan impactaron contra un camión y perdieron la vida prácticamente en el acto.
Candia jugaba de defensor central y había sido titular en los tres partidos de Mandiyú en el Provincial. “El último lunes nos escribimos por WhatsApp y él estaba preocupado por cómo había jugado ante Nacional de Piray. Yo le dije que se quede tranquilo, que con él y sus compañeros teníamos jugadores para por lo menos veinte años más. Y de repente, pasó todo esto”, dijo el presidente Javier, entre lágrimas.
Mauricio, en tanto, era parte del plantel que compite en la Liga de Puerto Rico, aunque justamente había sido incluido en la lista de convocados para el partido del último domingo en El Alcázar que, finalmente, se suspendió. También era parte del equipo La Farándula, que había ganado el título municipal de futsal hace poco tiempo.
“Los dos siempre jugaron en el club. Acá nosotros no podemos pagarle a ningún jugador, así que todos trabajan. Y ellos dos, junto a tres o cuatro chicos más, tenían un grupo y se las arreglaban haciendo todo tipo de changas. Eran muy trabajadores y excelentes personas”, destacó González.
Ayer, una vez que los cuerpos fueron entregados por la Justicia para el último adiós, varios centenares de hinchas, vecinos y amigos se dieron cita en una casa fúnebre de la calle Beato Roque González de Garuhapé. A tal punto llegó el masivo acompañamiento del pueblo que las autoridades tuvieron que cortar la calle.
Y en realidad, el acompañamiento de los simpatizantes de Mandiyú comenzó apenas se conoció la noticia. “Los hinchas se autoconvocaron y estuvieron toda la noche al lado de un playón que está al lado de la casa de una de las familias. Colgaron sus banderas y se quedaron ahí hasta las 4, cuando se fueron a descansar para volver hoy a acompañarnos”, resaltó González sobre el apoyo de la hinchada de Mandiyú.
Y lo ya dicho, la tragedia conmovió no sólo a Mandiyú, sino que también a Atlético Garuhapé, tradicional equipo con el que el Verde juega el clásico. Y es que en momentos como estos, la camiseta no importa. “La gente de Atlético, nuestro rival de siempre, fue de la primera en acercarse a apoyarnos, en una muestra de que acá no hay rivalidad que valga. Estamos muy agradecidos con ellos por ese gesto”, dijo el presidente.
Mandiyú, fundado en 1993 y que festejaba el regreso al Provincial, ahora llora la partida de dos de sus jugadores. Las dos caras del fútbol y de la vida. “Lo primero que hicimos como club fue acercarnos y ayudar a la familia económicamente, para que costeen todo este momento. Y con la comisión ya estamos pensando en varios homenajes, que realizaremos en el próximo partido, ante Timbó de Jardín América”, finalizó Javier, la voz de un club, de un pueblo y de un deporte golpeado por el dolor.