Texto e imágenes:
Gentileza Walter Faviere
Buenas! Como quedamos el domingo pasado, saliendo del Parque Crovetto, decidimos ir por la otra ruta, la que sale a San José (ruta provincial 203). Está en un estado similar a la que ingresamos, mucha tierra suelta y algún que otro pozo y piedra grande, lo que hace que no sea recomendable ir a más de 40 o 50 km/h, pero vale la pena el paseo.
Unos 1.300 metros antes de llegar a la ruta 1 (yendo hacia San José, si se viene desde Posadas, se ingresa a la ruta 203, camino al Instituto Gentilini), nos aparece en el GPS un punto que habíamos marcado previamente. Las ruinas de la Misión Jesuítica de San José de Itacuá. Como no todos saben, las misiones jesuíticas en Misiones son once. La más conocida y mejor preservada es la de San Ignacio Miní. Luego están Santa Ana, Santa María la Mayor y Nuestra Señora de Loreto. Pero también en otras ciudades o lugares de la provincia se asentaron estas misiones. Uno de ellos, es San José.
No adentramos a la derecha unos 500 metros y vemos algunas casas y un predio con una densa vegetación a la izquierda. “No, ahí no puede ser… Es sólo selva” pensamos y seguimos un poco más, para finalmente encontrar unos carteles rústicos que indican que en esa zona hay “ruinas”, otro que indica “templo”… más allá, uno dice “Colegio”.
Son las construcciones de una misión. Pero… ¿dónde están? Bajamos del auto y decidimos adentrarnos en esa porción de selva intacta que está al lado del camino. Árboles muy añosos y de grandes troncos nos rodean al instante. Seguimos caminando y nada. Ni un muro o construcción. Sí algunas piedras aquí o allá… pero.. ¿cuadradas? Bajamos la vista y vemos que estamos parados sobre una piedra, que luego se junta con otra y otra… ¡Estamos sobre los muros!
Nos ponemos a identificar los lugares, luego de recordar como son Trinidad o Tavarangue. Al parecer, estamos sobre la casa de los aborígenes, al costado de lo que sería el templo. Los árboles han tomado posesión de todo el lugar. La tierra se fue acumulando sobre los techos posiblemente derrumbados. Entre las raíces de los árboles, se pueden ver más piedras o tejas.
Unos metros más adelante, se puede imaginar lo que era el espacio entre una construcción y otra. Ya casi salimos al otro lado, donde pasa una calle actualmente. Miramos a la distancia y nos imaginamos más construcciones. Volvemos por otro sendero, y se pueden ver más tejas y piedras en nuestro camino. Esto de ser explorador de las misiones está empezando a gustarnos.
Ya de nuevo en el camino, donde habíamos dejado el auto, vemos que están construyendo la capilla de Loreto y San Cayetano y hay más carteles con inscripciones alusivas a lugares de una misión. También hay uno nuevo y que he visto en otra localidad de Misiones. “Ruta Belgraniana” dice. Y bueno, no hoy, pero seguramente estará en algún itinerario en las próximas salidas a recorrer la provincia y sus alrededores. Ya lo anotamos en el GPS.
Y sí, no son ruinas como las que estamos acostumbrados a recorrer, hace falta quizás mucha más imaginación, pero el recorrido y la caminata en la selva, son alicientes para que podamos decir que el viaje valió la pena.