El Bullying es el acoso o intimidación que se produce en el ámbito escolar por parte de un alumno o grupo de alumnos (acosador/es) hacia otro alumno (acosado o víctima) de manera repetida y con el fin de provocar un daño.
Bullying verbal.
El acosador expresa palabras crueles, insultos, amenazas, intimidaciones, bromas y frases excluyentes sobre la apariencia, el comportamiento, la condición sexual, la etnicidad, la raza
Bullying físico.
El acosador manifiesta un comportamiento agresivo e intimidatorio (empujones, golpes, patadas, zancadillas, tirones, pellizcos, etc.). Es la forma más conocida (aunque no lo más frecuente) de Bullying y suele ir acompañada de la anterior.
Bullying social o relacional.
El acosador (en este caso grupo de acosadores) tienen el objetivo de que la persona no se una a un grupo o no forme parte de él (ej. comedor, recreo, partidos de fútbol o cualquier actividad social/educativa que tenga lugar tanto en el centro como fuera –cumpleaños-). Este tipo de Bullying es el más complicado de detectar ya que no hay un daño directo y sucede a espaldas de la víctima, sin embargo, es muy destructivo ya que el mensaje encubierto es “no te queremos, no sirves, vete, no nos gustas”.
Cyberbullying.
Se trata del tipo de acoso escolar surgido más recientemente, con el auge del medio digital, que consiste en la intimidación producida a través de redes sociales, WhatsApp, etc. difundiendo falsos rumores, mentiras, amenazas, insultos, denigraciones o comentarios ofensivos. Este tipo de acoso causa un enorme sufrimiento en la víctima debido, entre otras cosas, a la magnitud de la difusión del acoso, que llega a “todos”.
Bullying sexual.
Es, quizás, el más complicado de abordar pues cuenta con la negativa de muchos adultos a la hora de aceptar y dar credibilidad a tales comportamientos infantiles (rechazo a imaginar que los niños también tienen sexualidad). El repertorio de conductas de Bullying sexual va desde repetidos comentarios machistas u obscenos a tocar a la víctima sus partes íntimas o presionarla para que haga algo que no quiera.
Indicadores para
los maestros:
Burlas. Los alumnos suelen ser etiquetados con motes ofensivos, se les hacen bromas de manera constante para ridiculizarlos ante los demás y sufren conductas intimidatorias que a veces pueden pasar desapercibidas.
Aislamiento.
Son niños y adolescentes que suelen estar solos, aislados y que nadie quiere estar con ellos ni en grupos de trabajo ni a nivel social. Suelen evitar involucrarse en actividades y nunca se ofrecen voluntarios.
Peleas no buscadas.
Se reconoce esta situación porque se les pilla en una pelea sin haber dado señales de ser personas agresivas y porque se anticipa de antemano que no había posibilidad de que ganara dicha pelea.
Daños en su material escolar.
Este suele aparecer deteriorado. También pueden excusarse a menudo de haberlo perdido, siendo en este caso muy pobres las excusas (intentos por evitar que se descubra que son acosados).
Sentimientos y pensamientos depresivos.
Decaimiento, falta de motivación. En clase se suelen mostrar inseguros, poco atentos a las explicaciones, evitan hablar en voz alta, intentan pasar desapercibidos y cuando les toca participar se muestran ansiosos.
Indicadores para padres:
Lesiones físicas. Uno de los indicadores más llamativos son la aparición de arañazos o golpes con una explicación poco convincente, más aún si aparecen con cierta frecuencia.
Desorden y desaliño.
Pueden llegar a casa con la ropa manchada, estropeada o dada de sí, también con el material escolar estropeado o perdido, así como metido en la mochila de manera muy atropellada (fruto de la rapidez para recogerlo de cualquier manera e irse).
Malestar en la víspera de las clases.
El final del período de vacaciones, los domingos por la noche o los lunes por la mañana suelen ser momentos de abatimiento y tensión que puede manifestarse a través de problemas para comer, para dormir (pesadillas), nerviosismo o ponerse malo (dolor de estómago, de cabeza, garganta, etc.).
Meriendas abundantes y dinero extra.
Pueden llevar comida de más para el recreo, o incluso dinero de sobra, todo para los agresores. Incluso, los almuerzos adaptados al gusto de estos porque así se lo exigen.
No hay relaciones fuera de clase.
No suelen ser invitados a las fiestas de cumpleaños de los demás, no quedan ni participan en planes después del colegio y cuando hay algún evento o festival escolar no tienen compañía.
Infelicidad.
Cuando creen que no se les mira parecen tristes y cansados. Se les ve infelices aunque no se sepa por qué y, por más que se les pregunte lo niegan. Muchos padres están convencidos que si su hijo/a viviera una situación de acoso escolar se lo contaría, sin embargo, a pesar de la confianza que pueda haber entre padres e hijos, no siempre los niños/adolescentes se sienten capaces de verbalizar ese sufrimiento.