Por:
Mario Rubén Osten
Cierta vez en las playas de Iguazú, hubo una gran desaparición de perros, esa noticia alarmó a las autoridades de la Prefectura y ordenaron no entrar al agua a toda persona, pero una noche algunos jóvenes desoyéndolas fueron a nadar, perdiéndose para siempre sus almas.
¡Fue el Pirá-ú! Decían los rudos marineros de los barcos areneros. Compartían también este pensamiento los viejos capitanes de los remolcadores de jangadas de árboles de los obrajes madereros.
Todo el pueblo clamaba por justicia, querían ver colgado del timbó más alto del puerto a ese monstruo.
Había que atrapar al maldito… devorarse a esos pobres inocentes fue demasiado.
En el cuarto creciente de enero de 1940 un grupo de expedicionarios, al mando del pionero del puerto, Don Guillermo Osten, organizó la cacería más grande que se tenga recuerdo.
Cuentan los memoriosos que no había lineada capaz de resistir a sus afilados y horribles dientes. Por ello decidieron usar sogas de cáñamo muy gruesas y fuertes, a las que ataron grandes anzuelos hechos a tal fin por herreros del pueblo de Iguazú. En sus puntas encarnaron pollos recién degollados y fue así que organizaron una gran cacería del azote de las aguas.
En un barco a vapor, llamado “El Guaira” un grupo fue a las Cataratas del Iguazú, donde presumían podía también tener su guarida debajo de las mismísima Garganta del Diablo.
Otro grupo, en la lancha “Mister Williams” con un motor Ford “ A” propiedad de Don Guillermo se dirigió a los Saltos de las Sete Quedas (Siete Caídas), los más grandes del mundo, sobre el Río Paraná.
Nunca imaginaron que el monstruo cortaría las sogas con sus poderosos dientes afilados como cuchillos.
Fueron diecisiete agotadores y frustrantes días intentando atraparlo, patrullando cada rincón del Río Iguazú y Paraná, cansados y quemados por el sol del verano misionero, perdiendo más de quinientos pollos.
Cuando ya la desazón reinaba entre los hombres, del fondo de un gigantesco remolino de unos ocho metros de boca, saltó como un dorado, el tan esquivo Pirá-ú.
Ver a ese imponente animal, mezcla de cachalote, tiburón y orca, con largos pelos y de color negro fue impactante para la tripulación de la ”Mister Williams”.
Los dientes parecían dagas y eran muy intimidantes. Su mirada era realmente alarmante, con esos ojos profundos mezcla de demonio y fiera.
Bramó como un toro, como un grito de guerra. Después de eso ¡nadie pudo atreverse a seguir intentando atrapar al monstruo!
Tal vez fue una advertencia para dejarlo en paz. Nada ni nadie podía atraparlo, era demasiado poderoso para caer en los anzuelos de unos simples y mortales pescadores.
Ellos sintieron miedo, a todos les corrió un sudor helado por sus sienes. Era el tiempo de abandonar la aventura.El Pirá-ú había vencido, era el rey de las profundidades del Paraná.
*Cuenta una antigua leyenda Guaraní, que habita en las turbias aguas del Río Paraná un pez enorme todo cubierto de pelos, con grandes dientes afilados, al que llamaron Pirá-ú (Pez negro).
El Pirá-ú es el temible pez monstruo del Paraná. Vive en una caverna de un oscuro y muy profundo foso entre Puerto Bertoni (Paraguay) y las costas de Puerto Iguazú.
Los ancestros de los indios Guayanás, quienes vivían en esas playas, contaban en noches de luna llena haberlo visto devorando cardúmenes enteros de dorados, surubíes, pacús y manguruyúes.
Los indios le temían, por que también se comía a los perros, venados y carpinchos que se acercaban a beber agua fresca del río en las tardes de calor.
Los ancianos prohibían bañarse en el Paraná a toda la tribu, en la época que aparecía el Pirá-ú, siempre en enero, con el tórrido verano.
Fotos no había, tan sólo el recuerdo grabado en sus retinas, de haber tenido tan cerca, pero a la vez tan lejos al más imponente y temible depredador de las profundidades del Paraná.
El terror cundió entre los pescadores, apoderándose de sus pobres almas. Sabían de la existencia del monstruo del Lago Ness en Escocia, otro en el Lago Nahuel Huapi, en Bariloche denominado “Nahuelito”. Y en el Río Paraná, el temible Pirá-ú.
Eran parientes? Eran sobrevivientes de una especie ya extinguida hace miles de años?
Borbollones de preguntas surgieron en el pueblo, todas sin respuestas… Sólo sabían con certeza, que en los ardientes veranos nadie se atrevería jamás a meter ni un solo dedo en las aguas del río.
El autor
Es de Puerto Iguazú y vive actualmente en Posadas. Entre sus obras figuran: “Cuentos y leyendas para pensar en la selva” que trasmite un profundo mensaje ecologista. “El toro y el oso, la venganza de Amonedofis” novela de ciencia ficción y también ecologista y “La Cigüeña llegó a la chacra” para contar la adopción. También “El llanto de la Araucaria” ambientada en el Parque de las Araucarias de San Pedro. Su último cuento fue “La sequía maldita” ambientada en Bernardo de Irigoyen. El presente cuento es una antigua leyenda guaraní, de la rama de los indios Guayanas.