Proyecto MOCHI, agrupación nacional conformada por voluntarios de varias provincias, surgió años atrás para intentar colaborar con los sectores más vulnerables del país.
Durante esta semana, llegaron las donaciones hasta la provincia, que se distribuyeron mayormente en escuelas y comedores de los puntos más humildes, lejanos del casco urbano. Rosana Sandrin, coordinadora del “Proyecto MOCHI” en Misiones, detalló a PRIMERA EDICIÓN que para este año “llegaron aproximadamente 200 mochilas, distribuidas en alrededores de Bernardo de Irigoyen y San Antonio, en diferentes escuelas de parajes”.
En estos lugares, “al ser en colonia, tienen pocos alumnos, así que pudieron entregarse en varias escuelas y este año se sumó un comedor en San Antonio”, agregó. Además, indicó que “tuvimos una colaboración de una línea de cosméticos que donó kits escolares, con una bolsita con un cuaderno, lápices, crayones, tapabocas, algunos productos para piojos. Es algo chico, pero que siempre viene bien”.
Para la selección de los lugares para llevar las mochilas, Sandrin contó que “tenemos en cuenta maestras que hacen de todo por los chicos”. Entre las situaciones que conocen en Misiones, compartió que “en paraje Nueva Soledad, el colectivo deja a los docentes en la ruta y tienen que ponerse botas para caminar hasta la escuela, donde no faltan jamás, ni con lluvia o frío. Con esto, te das cuenta que son docentes que tienen una necesidad de ayudar a sus alumnos, porque lo dan todo por ellos”.
En comparación con otros, lamentó que “fueron disminuyendo la cantidad de cosas que han mandado”. Recordó que, al comienzo del proyecto, “llegaron a venir unas 800 mochilas nuevas, completas, con útiles para todo el año. Es más, llegamos a armar dos mochilas de una sola, por la cantidad de cosas que venían dentro”.
En este 2022 y con el regreso pleno a la presencialidad, contó que la colecta “estuvo un poco floja, pero lo que hicimos fue sacar la mochila de la lista de útiles escolares, teniendo en cuenta que en el 2020 se entregaron todas las mochilas nuevas, que no se usaron por la virtualidad”.
Sandrin comentó que el año pasado, “se creó un link con contactos de librerías que colaboraron con el proyecto, con bajos costos para todos, para que pueden comprar la lista de materiales en esos lugares. Al cierre, las librerías amigas se ocupaban de armar todo lo vendido y entregar a las chicas colaboradoras”. Para juntar las mochilas, “todos los años un club en Castelar sede un día para juntar todo lo donado, ya sea desde librerías, fábricas o todo lo que quieran enviar”.
Unirse en el camino de la solidaridad
“Proyecto MOCHI” en realidad nació como parte de una colecta solidaria en Buenos Aires, hace unos 12 años, que fue creciendo y separándose en diferentes colectas, entre ellas la destinada a útiles escolares.
“Comenzamos esto luego de una nota que salió sobre niños con envenenamiento por el uso de agrotóxicos”, recordó a este Diario Rosana Sandrin, la coordinadora provincial. En este contacto entre voluntarios, “lo arrancamos a través de las redes sociales y como mi papá tenía camiones, nos enviaron donaciones para los familiares de todo lo que necesitaban, que llegaba hasta Eldorado”.
Con el paso del tiempo, detalló que “esto fue creciendo y las donaciones fueron seccionándose en tres proyectos: MOCHI, que se hace entre enero y marzo, Proyecto Chiche, con donaciones de juguetes para el Día del Niño; luego tenemos Noche Buena, con cajas para Navidad en diciembre”.
Para colaborar con este proyecto “las personas tienen que enviar un mail para ayudar y se asigna un código, con lista de materiales. Así se determina si es para nena o varón, si es para primer ciclo, segundo o para secundario. Al llegar la mochila, llega dentro de una bolsita, con una etiqueta para ser clasificada y enviar a las escuelas”, añadió Sandrin.