Dentro de dos años, más precisamente desde marzo del 2024, estará prohibida la venta de la mayoría de los alimentos que hoy compran los chicos en los kioscos de sus escuelas: alfajores, chocolates, bombones, galletitas saladas y dulces, turrones, juguitos, gaseosas, cereales para el desayuno y todas las golosinas. Tampoco podrán vender papas fritas, chizitos u otros snacks. Ni yogures, incluidos los descremados, y la leche chocolatada.
Esta prohibición está establecida en la Ley 27.642 de Promoción de la Alimentación Saludable, más conocida como la de etiquetado frontal, y comenzará a regir cuando se cumplan los plazos dados a grandes industrias, pequeñas y medianas empresas para que etiqueten los alimentos con exceso en nutrientes críticos y valores energéticos y la presencia de edulcorantes y/o cafeína. La ley sólo prohíbe la venta de cualquiera de estos alimentos en la escuela (el único lugar donde rige esta prohibición) si lleva una o más de estas etiquetas.
La pregunta es, entonces, ¿qué alimento envasado podrán vender los kioscos en las escuelas?. Vale recordar que los panificados no envasados (facturas, chipas, sándwiches, entre ellos) no fueron incluidos en la ley, aunque son ricos en azúcares, grasas totales y saturadas.
“La industria tiene tiempo de mejorar los alimentos”
Al ser consultada sobre esta cuestión, la licenciada en Nutrición y directora de Nutrición Escolar de la provincia, Gabriela Reyna Allan, indicó a PRIMERA EDICIÓN que la industria alimentaria tendrá entre nueve meses a dos años para readecuar estos productos. “Muchos de los que hoy llevarían etiquetas negras puede que dentro de nueve meses, cuando se cumpla el plazo previsto en la primera etapa, no lo requieran porque sus productores redujeron las grasas, azúcares y sodio agregados a valores aceptables”, destacó.
Según recordó, estos valores ya están establecidos de antemanos en el Sistema de Perfil de Nutrientes (SPN) propuesto por la Organización Panamericana de Salud (OPS) y la Organización Mundial de la Salud (OMS), el único basado en recomendaciones de nutrientes con estándares internacionales y que tiene concordancia con las recomendaciones de las Guías Alimentarias para la Población Argentina (GAPA).
“Si la industria adecúa los productos a los niveles máximos establecidos, esos alimentos no llevarán ninguna etiqueta negra octogonal y podrán seguir estando en los kioscos escolares. Estoy segura que tendremos galletitas y barritas de cereal sin advertencias nutricionales”, remarcó.
Hay otras experiencias anteriores a la Argentina, como en Chile, “donde la estrategia de marketing de los productos está orientada a lo saludable y la falta de octógono negro. La industria se adecúa a estos cambios, porque el problema de la salud y la alimentación no es sólo del individuo o del médico, sino de la sociedad en su conjunto y las empresas también tienen que hacer su aporte, les estamos pidiendo que no agreguen cosas en exceso que dañen la salud de las personas”.
Valores máximos
La industria de alimentos tiene nueve meses (hasta el 23 de diciembre de este año) para bajar al 12% el agregado de grasas saturadas para que ese alimento no lleve el octógono negro que diga “Alto en grasas saturadas” y para septiembre de 2023 deberá reducirlo al 10%… es decir de toda la grasa del producto tal como hoy se vende debe quedar sólo el 10%.
En este contexto, indicó que “los alimentos que cumplan con la reducción de estos valores no llevarán etiquetas y, por supuesto, sí lo harán aquellos que superen estos valores para que la gente pueda elegir si comprarlos o no”.
Recordó que el principal propósito de la ley es que estemos informados, “que sepamos qué le agregan a los alimentos durante su producción, información con la que no contamos en la actualidad. Muchos de los alimentos que tendrán varias etiquetas nos vendieron desde la industria como si fueran saludables, como los cereales, y lo compramos creyendo esta información”. La profesional recordó que las etiquetas no alertarán sobre la composición natural de los alimentos -como las grasas en la manteca- sino los azúcares, grasas totales, saturadas, sodio o calorías agregadas de manera excesiva en su producción.
“Hay alimentos ultraprocesados que serán imposibles de adecuar”
La nutricionista Gabriela Reyna Allan recordó que la ley de Etiquetado Frontal apunta a visibilizar ante los consumidores qué estarán ingiriendo cuando eligen los alimentos procesados.
“Los alimentos naturales son los que nos da la naturaleza (frutas, verduras, semillas y carnes frescas), los semiprocesados pasan por cierta elaboración y agregados (miel, yerba, etc), los procesados con o sin agregados excesivos de estos componentes dañinos… a estos últimos sí toca la ley, además de los ultraprocesados que son derivados de sintéticos de ese alimento. Es lo que llamamos Objetivo Comestible No Identificado (OCNI), como la salchicha, el picadillo, las patitas de pollo (nuggets), los snacks, las gaseosas… no hay forma que la industria puede adecuar estos alimentos por lo que llevarán todas las etiquetas de advertencia”.
Packaging y publicidad
Recordó otro cambio que estableció la Ley 27.642 en el plano del marketing y la publicidad de los productos que tengan una o más etiquetas negras de advertencia nutricional, “ya no podrán ser publicitados con dibujitos infantiles o personajes deportivos, ni hacerse promociones de 2×1 o vale otro”.
Además prohíbe que los alimentos y bebidas analcohólicas que contengan algún sello de advertencia incorporen en sus envases información nutricional complementaria, logos o frases con el patrocinio o avales de sociedades científicas o asociaciones civiles.
“Nuestra ley provincial 125 es letra muerta”
La directora de Nutrición Escolar del Ministerio de Educación, Gabriela Reyna Allan, admitió que la Ley Provincial 125 que estableció el programa de alimentación saludable (conocida como la de los kioscos escolares) “es muy deficiente en su letra porque dice que los kioscos pueden vender alimentos reducidos en grasas y azúcares… por lo que si venden una manzana ya están cumpliendo la ley, por eso este nombre terminó siendo letra muerta”, admitió.
En este contexto, la profesional anticipó que desde hace dos años trabajan en una mesa intersectorial, convocada por el Ministerio de Salud Pública, para abordar entornos escolares donde una pata es la alimentación.