Por Sebastián A. Gamen
Abogado especialista en Derecho Comercial, Derecho informático y TIC
Publicado en Perfil
Drake Hardman es el nombre del niño de 12 años que se suicidó víctima del bullying, del condado de Tooele, Utah, el pasado 10 de febrero de 2022. Estas historias nos golpean fuerte, y nos muestran un lado oscuro de nuestra sociedad, obligándonos a reflexionar y actuar para que estas situación no vuelvan a ocurrir.
La noticia se repite muchas veces, por todos los medios pero por pocos días, y luego todo se desvanece, se olvida.
Parece que ese es el destino para Drake Hardman, como lo fue para Alan Kurdi, el niño sirio de tres años aparecido muerto en la costa de Turquía, y la enumeración podría ser muy larga. Porque no es nuevo que vivimos en una sociedad líquida como nos enseñó Zygmant Bauman y que la cultura de la sociedad de consumo no es de aprendizaje sino principalmente de olvido.
Las causas del bullying son justamente el olvido, se nutren de él. En una sociedad que cambia su oro, sus cualidades más valiosas, por espejitos de colores que sólo muestran sus atributos más prescindibles, los que menos deberían importar.
El dinero, la belleza, la falsa felicidad y el éxito impostado abundan en las redes sociales, sobre todo en Instagram la preferida por los más jóvenes.
La piedra fundacional de las redes sociales son las cosas buenas, porque tenemos que ser felices y exitosos siempre, a cualquier precio.
Si no lo sos lo suficiente te ofrecen un filtro que dibuja una sonrisa única, realzan tu belleza o un buen fondo tapa esa pintura descascarada por la humedad de una casa humilde. Una casa humilde que enseña mucho más que el filtro de tu red social preferida. Ahora todo eso no importa, los verdaderos valores dejaron de ser moda.
El ser humano es competitivo, y en ello la comparación resulta útil. Claro que cuando el espejo distorsiona la realidad, es imposible competir sanamente. Aparece así la frustración, devenida en envidia y en violencia. El bullying es una forma de violencia.
No existe una definición uniforme de lo que es el bullying. Pero para tener una noción del problema que estamos comentando podemos decir que el término inglés bullying se utiliza para nombrar la intimidación entre iguales.
Es decir, se usa para describir diversos comportamientos no deseados realizados por niños y adolescentes, que van desde insultos, agresiones físicas recurrentes, humillaciones públicas, bromas pesadas o rechazo explícito a que son sometidos los escolares por parte de algún o algunos de sus compañeros y de los que no pueden defenderse por ellos mismos.
El experto en redes sociales Deniz Unay afirmó que algunos de los efectos negativos de las redes sociales es la pérdida del valor de lo que se vive o del momento y el daño a los valores sociales.
La caza incansable y sin reglas de likes lleva a la pérdida de los valores sociales, porque a esta altura de los acontecimientos sabemos que no existe diferencia entre el mundo online y el offline.
Entonces es mentira que las conductas disvaliosas en las redes sociales no sean trasladadas a la vida real. Eso se ve con nitidez en el bullying.
Las redes sociales ayudan al olvido de los más chicos, y lamentablemente de muchos grandes también.
Se olvidan de sus propios defectos físicos para reírse de los del otro, se olvidan de sus propias debilidades, se olvidan de sus propios fracasos para enrostrar los ajenos y por sobre todas las cosas se olvidan de ser personas y de ese modo lamentablemente llevan al suicidio a un inocente niño de doce años.
Escribiendo estas líneas no busco criticar al agresor, mucho menos deshumanizarlo porque después de todo cuando hablamos del problema del bullying sólo estamos en presencia de dos víctimas.
Por un lado el agresor que sólo aprendió a llamar la atención con violencia y que no sabe cómo manejar sus propias frustraciones y limitaciones.
Por el otro lado el agredido que no encuentra respuestas en una sociedad sorda y desvalorizada que tampoco sabe cómo lidiar con problemas reales, alejados de la frivolidad de la redes sociales.
De ese modo, en el ya entrado en años siglo 21, se nos presenta el olvido como el suelo fértil para que crezca el bullying, como tantos otros problemas sociales. Por que quien olvida nunca recordará sus errores, y mucho menos lo que aprendió de ellos.