Más allá del casus belli y la flaca narrativa para justificar el asedio a Ucrania, el orden mundial cambió definitivamente. Crimea fue el primer ensayo de hasta dónde puede extenderse la multipolaridad… y Ucrania terminó por confirmarlo.
El pedido de ayuda con tono de reclamo del presidente ucraniano Volodymyr Zelensky a Occidente, para que se implique militarmente en el conflicto, dejó al desnudo a una Organización del Tratado del Atlántico Norte que deberá reconvertirse o desaparecer.
Su origen y objetivo histórico era justamente mitigar la influencia rusa en la región. Pero la Federación, de la mano de Vladimir Putin, dio otro paso hacia su ensanchamiento y casi no encontró resistencia más allá de la de los propios soldados y ciudadanos del país invadido.
Así las cosas, la multipolaridad, de la mano de Rusia y China, acaba de reafirmarse.
Claro está que llegarán más y peores sanciones para Rusia, pero a estas alturas de la historia cabe reconocer que desde hace siglos su estrategia de seguridad nacional antepone a la prosperidad lo que llama para sí misma “la supervivencia del país”.
De un tiempo a esta parte el país, o al menos el Kremlin, fue preparándose para momentos como el actual e incluso para resistir las consecuencias como las múltiples sanciones que caen sobre sus funcionarios, casi al mismo ritmo que el de las bombas sobre Ucrania.
Desde la disolución de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, la Federación Rusa jamás se pensó sin Ucrania… y el primer movimiento fue ir por Crimea.
Será difícil torcer el brazo a una potencia que, con sus propias alianzas en el mundo y de la mano de su poder bélico creciente, rompe con el unilateralismo para tallar en las decisiones sobre el estado de las cosas en el mundo.
Hacia todos lados
Las consecuencias de esta nueva contienda que tiene rasgos muy evidentes de la Guerra Fría, desafortunadamente las termina pagando un pueblo que lejos estaba de querer una guerra. Pero como en toda contienda que implica a las principales potencias globales, también habrá efectos en el corto, mediano y largo plazo en el concierto de naciones.
Las consecuencias de la guerra, por ejemplo, podrían extenderse durante todo el año con períodos de escasez de combustibles y fluctuaciones de los precios internacionales.
Argentina, por caso, no podrá escapar de los efectos inmediatos en los mercados energéticos. Y lo peor es que sucederá de cara a un invierno recargado con precios hasta cinco veces mayores a los del año pasado en el caso del Gas Natural Licuado.
La guerra incluso pone sombras sobre el comportamiento del PBI argentino. De acuerdo al Estimador Mensual de Actividad Económica (EMAE), en 2021 la economía creció 10,3%, mientras que en diciembre subió 0,9% contra noviembre, y se expandió 9,8% interanual. Pero las estimaciones privadas de enero dan cuenta de una desaceleración.
Según el sondeo de la consultora de Orlando Ferreres, el mes pasado la actividad económica “mostró una expansión interanual del 6%, marcando una desaceleración respecto a las cifras del cierre del año pasado”. Paralelamente el análisis indica que la economía tuvo en enero una contracción de 2,1% respecto a diciembre.
“Esto se explica por la dinámica de los sectores productores de bienes, y en particular por la trayectoria del segmento agropecuario y la industria”, dice el informe de la consultora que agrega: “Influye la menor participación de aquellos cultivos que tuvieron una buena cosecha en la presente campaña, mientras que las manufacturas se vieron afectadas por la caída en la división de maquinaria y equipo y los alimentos”.
Paradójicamente el conflicto en Europa también abre posibilidades para Argentina. Un informe de la Bolsa de Cereales de Buenos Aires y la Fundación INAI evaluó los efectos que podría tener la escalada belicista. Es que el peso específico de ambos estados en el comercio mundial queda en evidencia si se tiene en cuenta que protagonizan el 78,3% del comercio internacional de aceite de girasol, el 28,5% de las exportaciones de trigo y el 18,7% del intercambio de maíz. De ahí que, por estas horas, la cotización del trigo llegara a su máximo nivel en cinco lustros.
Igualmente, cualquier oportunidad para el campo quedará supeditada a la política local y su capacidad (o incapacidad) de ver más allá, justamente, de lo político.
Con todo, aún es pronto para proyectar escenarios. Todo quedará supeditado al tiempo que se demore en llegar a un cese al fuego en Ucrania.
Arde todo
Y si de fuego se trata difícilmente pueda encontrarse en la historia argentina reciente una catástrofe como la que sufre hoy Corrientes de la mano de la sequía, el calor y, claramente, la actitud de alguna parte de su dirigencia y también de la nacional.
A todos debe quedarles claro que se trata de una calamidad histórica no sólo de la provincia, sino del país y la región. Corrientes asiste y sufre un tsunami de fuego que compromete su futuro en el corto, mediano y largo plazo y que bien podría haberse minimizado o tratado a tiempo para evitar la hecatombe presente y futura. No hubo “yeta”, sino gruesas desinteligencias.
Entre las primeras advertencias de sequía, calor y riesgo de incendios lanzada en octubre de 2021, los primeros focos detectados a mediados de diciembre y la admisión oficial de la provincia a mediados de enero se perdieron decenas de miles de hectáreas, flora, fauna, propiedades, emprendimientos y tiempo valioso que bien se hubiera aprovechado para mitigar el impacto de la que es ahora una de las mayores tragedias.
Más allá de los estragos que deben cuantificar los correntinos, vuelve a ser lamentable la imagen de varios de sus funcionarios intentando repartir culpas hacia todas las direcciones cuando aún se nota el bronceado de Punta del Este, antítesis de la piel quemada de los productores, baqueanos, brigadistas, peones, capataces, policías, vecinos y demás que pasaron días bajo el sol y cerca del fuego intentando cubrir las falencias que nadie cubrió a tiempo.
Entre las primeras secuencias del fuego devastador en diciembre y las lluvias de hace algunas horas, el gobernador Gustavo Valdés se fue a veranear y no regresó sino hasta mediados de enero, pero para un festival; con la crisis ya consumada y el fuego destruyendo tierras productivas, flora y fauna, el ministro Juan Cabandié se hallaba de gira internacional; y recién con las lluvias que trajeron alivio en las últimas horas llegó el avión presidencial prometiendo ayudas financieras.
No existe exención impositiva ni crédito blando que repare tanto daño. Volver a contar con vacas y novillos llevará años al igual que obtener forestaciones avanzadas o levantar los proyectos productivos arrasados.
Contraste
Misiones en tanto, no escapó a la realidad de los incendios, pero el panorama dista enormemente de ser el de la provincia vecina. De hecho, en el caso local, los pedidos a la Nación fueron hechos tempranamente y tuvieron respuesta positiva de cada uno de los ministerios. La temprana inversión en helicópteros para no depender del plan de manejo del fuego de la Nación, rindió sus frutos al instante y evitó estar hablando hoy de una crisis en todo el NEA.
En otro orden se destacó en la semana la reciente visita del ministro de Economía de la Nación, Martín Guzmán, que llegó ayer para ver obras realizadas con recursos nacionales, como la ruta costera 2 o el proyecto de reforma del aeropuerto Libertador General San Martín de Posadas.
El titular de la cartera de Economía y el gobernador Oscar Herrera Ahuad firmaron convenios para nuevos proyectos entre los que destaca la creación de un Fondo Fiduciario de Desarrollo Provincial que será utilizado para fortalecer la producción y para contar con más infraestructura.
“Hay nuevos desafíos y es fundamental la inversión para fortalecer la sustentabilidad ambiental y vamos a seguir trabajando en esa dirección”, añadió Guzmán antes de partir para seguir con los trámites tendientes a cerrar un acuerdo con el Fondo.