El 18 de febrero de 1812, el Triunvirato constituido por Manuel de Sarratea, Juan José Paso y Feliciano Chiclana aprobó la creación de la Escarapela nacional.
Bernardino Rivadavia, como secretario del Triunvirato, se encargó de comunicarlo al jefe mayor del Ejército, el general Manuel Belgrano: “… El gobierno, en acuerdo de hoy, resolvió se reconozca y use por las tropas la escarapela nacional de las Provincias Unidas del Río de la Plata. La insignia tendrá los colores blanco y azul celeste y se abolirá la de color rojo“.
Fue el propio Belgrano el que cinco días antes había solicitado al Triunvirato que se dictaminara el uso de una escarapela nacional con el objetivo de uniformar al Ejército Revolucionario y, a su vez, distinguirlo de los enemigos.
El 23 de febrero Belgrano ya repartió las primeras escarapelas entre sus tropas y el 27, enarboló por primera vez una bandera con los mismos colores. Fue ante las baterías de Rosario de Santa Fe, a orillas del río Paraná.
La escarapela no es propiamente un símbolo nacional, aunque evidencia la identidad patria. Es por esto que adopta formas muy diversas: cucarda, cinta, lazo, moño y se la caracteriza entonces como un emblema de nacionalidad.
Los documentos referidos al origen y a la razón por la cual se definieron sus colores son imprecisos y carecen de fuentes que garanticen la autenticidad de algunas versiones.
Según investigaciones del Instituto Nacional Belgraniano, las evidencias indican que su primer formato tuvo el centro celeste y la corona blanca.
Evidentemente, en sus comienzos se trató de un distintivo de carácter netamente militar, pero su empleo se extendió inmediatamente a la población civil, popularizándose más tarde el modelo establecido por el uso, que además indica su ubicación sobre la izquierda del pecho o en la solapa.
Pese a haber sido creada un 18 de febrero, la fecha establecida en el calendario oficial como el Día de la Escarapela Nacional es el 18 de mayo.