“Sea la escarapela nacional de las Provincias Unidas del Río de la Plata, de color blanco y azul celeste…”, reza el Decreto del 18 de febrero de 1812 del poder constituido por el Triunvirato formado por Sarratea, Paso, Chiclana y Rivadavia.
El origen de los colores de la escarapela y las razones por las que fueron elegidos para simbolizar a la Patria no pueden establecerse con precisión.
Entre muchas versiones, una afirma que los colores blanco y celeste fueron adoptados por primera vez durante las invasiones inglesas (1806-1807) por los Patricios, el primer cuerpo de milicia urbana del Río de la Plata, y que luego empezaron a popularizarse entre los nativos.
Se dice también que la escarapela argentina fue utilizada por primera vez por un grupo de damas de Buenos Aires al presentarse a una entrevista con el entonces coronel Cornelio de Saavedra, jefe del regimiento de Patricios.
Otra versión indica que provenía de los colores borbónicos, de la casa de Fernando VII (Rey de España), que por esa época había sido destituido por la invasión de Napoleón Bonaparte.
Lo que sí se sabe con certeza es que el 13 de febrero de 1812 Manuel Belgrano solicitó al Triunvirato que se fije el uso de la escarapela nacional y cinco días más tarde su deseo se vería cumplido.