Los desacuerdos políticos dentro del Gobierno en torno al anuncio de entendimiento con el Fondo Monetario para refinanciar la deuda de Argentina con este organismo internacional encienden nuevas dudas e incertidumbre entre los analistas.
Sobre todo, lo que les queda poco en claro es si realmente habrá consenso en todo el oficialismo para aprobar en el Congreso un acuerdo con el FMI, y cuál es la viabilidad del mismo para cuando se desate la lucha electoral interna que buscará la reelección el año que viene.
Al mismo tiempo, los mensajes contradictorios que implica la gira del Presidente de la Nación por Rusia y China, en medio de las negociaciones con Estados Unidos y el Fondo Monetario, le agregan más ruido a este confuso clima.
Estos desafíos se ponen en manifiesto en el último informe de la consultora LCG, fundada por el economista Martín Lousteau. En el mismo se afirma que, apenas una semana después del anuncio de un acuerdo con el FMI, “ya existen más desacuerdos que puntos de entendimiento”.
En primer lugar, cita que el trato no tiene aún números concretos, más allá que se estableció una meta de acumulación de reservas, un sendero de déficit fiscal y uno de emisión monetaria. “Esos 3 pilares lucen muy débiles como plan, pero más aún cuando se profundiza en cada meta y empiezan a existir diferencias”, advierten desde LCG.
Y detallan: “Internamente, se dijo que no iba a haber un cambio en la política de tarifas, pero, al mismo tiempo, el FMI se encargó de apurar un tweet de Gita Gopinath (número 2 del Fondo) comentando que se había acordado reducirlos gradualmente”.
Sobre la meta de acumulación de reservas por u$s5.000 millones, se acota que aún no queda claro si el FMI desembolsaría un extra en línea con los pagos que hizo Argentina durante la pandemia, hecho que permitiría cumplir “parcialmente” con esa meta.
“Tampoco se sabe si ese extra corresponde a la totalidad de los pagos o sólo a la porción de capital que se pagó y no a los intereses”, es otra de las preguntas que se realizan los economistas de la consultora especializada en macroeconomía y política.
A su vez, agregan que “no hay acuerdo” de cuándo serán esos desembolsos. Por eso, los expertos de LCG concluyen que la “única meta clara” parece ser la monetaria, y es la que luce “más desafiante”.
“Luego están los desacuerdos hacia dentro de la coalición gobernante. La renuncia de Máximo Kirchner como presidente del bloque (oficialialista en Diputados) hace, justamente, lo contrario a lo que pedía el FMI cuando hizo una crítica al programa anterior. Es decir, no hace ‘propio’ al programa”, destacan los analistas.
Para completar que “ni el oficialismo en su totalidad lo adopta”, y eso le quita cualquier “cuota de credibilidad” a las metas. “Bajo ese aspecto, es difícil convencer a la oposición de votar un acuerdo que no tiene la convicción de la fuerza que lo envía”, concluyen desde LCG.
En resumen, opinan que “despegarse del acuerdo” antes de darlo a conocer al público ya da una “muestra de fragilidad política” para llevar adelante cualquier programa.
“Quizás, donde más llama la atención esto es en el grupo de gobierno que llevó adelante la negociación. Ahí parecen buscarse problemas donde no los había”, sentencian desde esta consultora económica.
Fragilidad política
Al respecto, LCG afirma que fue “inoportuno” el viaje del presidente Alberto Fernández y su comitiva a Rusia, en medio de la tensión con Estados Unidos por el conflicto en Ucrania.
A la vez, considera “más inoportuno” por parte del Gobierno haber pronunciado un discurso “anti Washington” para “contentar a un escueto público ruso o ganarse la simpatía de un Presidente que destinó apenas 10 minutos para la reunión a solas entre ambos mandatarios”.
“Las dificultades del acuerdo entre el equipo negociador y el FMI eran obvias, y la solución de apurar un entendimiento en medio de una crisis inminente es entendible”, dicen los expertos de LCG.
Y agregan: “Los desencuentros hacia dentro del oficialismo eran inesperados que salgan a la luz tan rápido y lucen, al menos, inoportunos. Ahora, sumar ruido en el plano de las relaciones internacionales del país, era innecesario”.
En este sentido, afirman que el problema no es sólo la “retórica, sino que realmente las declaraciones en Moscú o Beijing pueden cambiar los ánimos del principal accionista del Fondo Monetario”.
También consideran los expertos que la “debilidad política” del oficialismo puede redundar en una “menor confianza” de quién concede el crédito.
“Estas rispideces en unas semanas pueden quedar como una anécdota y atribuirse a ciertos exabruptos, ya sean del Presidente en la gira internacional o del expresidente del bloque de diputados oficialistas. Lo que sí se empieza a cristalizar es nuevamente la falta de ideas y de determinación. O se abraza el acuerdo al FMI o se rechaza”, reflexionan desde LCG.
Poco creíble
Y finalizan: “Las medias tintas hacen perder más ilusión en la capacidad y disposición del Gobierno para cumplir con el programa con el Fondo Monetario, que aún no está redactado. Ese gap de credibilidad no se puede importar desde Rusia, China o Estados Unidos”.
En su opinión, la credibilidad se construye con disciplina, convicción y persuasión a la sociedad de que es el “camino correcto”.
Por eso, desde LCG sostienen que hoy, con muchos desacuerdos y apenas un entendimiento con el FMI, las únicas dudas que se disipan son que el “oficialismo sigue fragmentado por dentro, y que la economía tiene una fragilidad importante. Al borde de tener que anunciar un programa que aún no está consensuado, ni a nivel interno, ni con el FMI”.
Fuente: iProfesional