A poco de conocer el contenido del programa plurianual que el Poder Ejecutivo nacional enviará al Congreso argentino, se abren de interrogantes acerca de las formas y las medidas que adoptará el Gobierno para cambiar el estado de las cosas, tal y como expresó el mandatario en un primer discurso dominical que sonó a autocrítica, antes del otro discurso que se disfrazó de “triunfo”.
Para comenzar a componer la macro, entiende al Gobierno, es indispensable contar con superávit fiscal que sea más bien consecuencia del crecimiento antes que del ajuste. Nadie en su sano juicio podría estar en desacuerdo. Pero el contexto local no permite pensar siquiera en esa posibilidad dado que lo que predomina hoy en Argentina es déficit fiscal creciente sin financiamiento. Por tanto, apelar a esa vía suena agotador apenas se plantea.
Señalaba también el mandatario en aquel primer discurso del domingo que seguramente algunas cosas se hicieron mal y que ello quedaba plasmado en el resultado de las elecciones. Por tanto, aseguró, se cambiaría lo necesario para torcer el rumbo.
La lógica discursiva es inapelable… para obtener resultados distintos, hay que apelar a fórmulas distintas. Lo que nuevamente queda en la nebulosa es qué interpreta el Gobierno se hizo mal para haber perdido la iniciativa en las legislativas.
El consenso en busca de acuerdos quedó herido de muerte en el segundo discurso unas horas después; y también en la marcha del miércoles, cuando volvieron las chicanas y las culpas hacia atrás contra una oposición que, también cabe decirlo, mucho contribuyó a la crisis actual y nada constructivo hizo hasta ahora con el resultado de las legislativas.
Finalmente, dos años después de haber tomado la posta, el Gobierno deberá avanzar con un acuerdo con el FMI, un paso que se demoró hasta ahora para no rendirse ante las pretensiones del acreedor. Ahora, bajo circunstancias apremiantes, el acuerdo se producirá a ritmo acelerado y con las condiciones que el Fondo Monetario ponga sobre la mesa.
Las contradicciones internas abundan tanto como las dudas acerca de cómo se avanzará para frenar la inercia de la crisis.