El 17 de noviembre celebramos con mucha alegría y devoción, la fiesta de San Roque González de Santa Cruz, misionero jesuita paraguayo y la de sus compañeros mártires Juan del Castillo y Alonso Rodríguez, que están profundamente ligados a la historia y la fe de nuestros pueblos.
El testimonio de vida de nuestros Santos Mártires orienta nuestros pasos como hombres y mujeres de fe, en estos tiempos difíciles que estamos atravesando.
La evidente santidad de Roque González, nos anima a tener a Dios como centro de nuestra vida y elevarlo por encima de todas las prioridades.
En un mundo secular, su ejemplo nos llama a fortalecer nuestra comunión con Dios en la fe, para poder entregar la vida para el bien de la humanidad.
El fin último de la vida no es acumular bienes creyendo que ello nos asegura la vida, sino que se trata de una entrega generosa aun en medio de las adversidades y contratiempos. San Roque González de Santa Cruz nos enseña a confiar en la Providencia Divina, que nunca nos abandona a pesar de las dificultades que podamos tener.
Desde pequeño fue animado por el profundo deseo de llevar adelante el Evangelio a todo el mundo, sabiendo que solamente la Palabra de Dios nos permitirá llegar a la plenitud de la verdad y del bien. Tanto es así que consagró su vida al servicio del Evangelio en la Compañía de Jesús. Él nos invita a clarificar nuestras metas en la vida y dedicarla enteramente para que ellas se cumplan con esfuerzo, dedicación y generosidad.
En su profundo deseo de llevar el evangelio, recorrió toda esta zona de Argentina y Paraguay, fundando varios pueblos.
Entre ellos el 22 de marzo de 1615 instaló una reducción en Itapúa (actual ciudad de Posadas en Argentina) la cual pronto se trasladó a la otra orilla del río, en lo que es hoy Encarnación, Paraguay. Por eso se lo reconoce como fundador y patrono de ambas ciudades.
Otras dos Reducciones fundadas por San Roque González son: Concepción (1619) y Candelaria (1627).
Este Santo americano, nos invita a trabajar incansablemente en pos de la misión que Dios ha encomendado a cada uno de nosotros. Muchas veces las adversidades nos desaniman y alejan de los grandes sueños de la vida. Ante los primeros desafíos tendemos a abandonar la barca.
El testimonio de vida de San Roque González, nos invita a ejercitar hoy la perseverancia, porque todo tiene un sentido (la lucha, el sufrimiento, la muerte) para la gloria de Dios y para que su Reino llegue hasta los confines de la tierra.
En nuestro caminar diario a ejemplo de nuestro santo que tomaba como modelo a la madre María, a quien llamaba “la conquistadora”, también es bueno que siempre busquemos su intercesión, para que podamos sentir la cercanía de Dios en todos los momentos de la vida. Ellos representan el amor maternal/paternal de un Dios que siempre nos acompaña.
Su camino de santidad es un ejemplo para todos los cristianos. Él nos ha demostrado que es posible amar a Dios entregando la vida por sus hermanos, especialmente por los más necesitados y desprotegidos.
La vida de San Roque nos debe animar y dar fuerzas para seguir trabajando para tantos hermanos desamparados de nuestra sociedad: aquellos que viven en la indigencia, en la pobreza y tantas situaciones de fragilidad y vulnerabilidad.
Apostemos a mantener vivo este espíritu de lucha, por un Reino de justicia e igualdad para todos nuestros hermanos. Que en las adversidades, nos sostenga la Cruz de Cristo, nos fortalezca la Eucaristía y nos ampare el manto de la Virgen.
Elevemos nuestras oraciones a San Roque González de Santa Cruz, para que interceda por nuestra Patria en estos tiempos difíciles.