La chacra “Don Bruno José Luft” de colonia San Alberto, en Puerto Rico, es otro ejemplo de emprendedurismo exitoso gracias al esforzado trabajo de sus propietarios, Rosana Silva y Javier Kevin Luft, estudiante de ingeniería agronómica, hijo de Tarcisio José Luft y nieto de Bruno José Luft quien inició todo hace 40 años.
Desde siempre, la familia se abrió camino hacia la independencia productiva de la mano de alimentos frescos y soluciones agroforestales eficaces para una mejor seguridad alimentaria y la nutrición como bandera.
La chacra produce maíz, mandioca, verduras, algo de frutas, y si bien el stock de animales de granja (gallinas y cerdos ) y algunas vacas gracias son más bien para consumo personal, se usan los desechos para producir biofertilizantes, compost y preparados agroecológicos para abonar el suelo.
“A todas las plantaciones que tenemos también buscamos darle un valor agregado”, contó Javier, ya que su madre Rosana industrializa las verduras, con las que realiza escabeches y con la mandioca prepara almidón, también venden huevos, mermeladas con cultivos de grosellas y jengibres confitados que les proporcionan ganancias extras.
Inclusive, en la sala de elaboración está registrada con el nombre Yateí, se reutiliza todo lo que para cualquiera hasta podría ser un desecho y se desarrollan nutrientes ecológicos para el suelo.
“La agricultura en Misiones está realizada por pequeños agricultores, quienes no cuentan con métodos de producción modernos ya que estos están presentes sólo en las grandes chacras para mucha inversión, un lujo que el colono de Misiones hoy día no se puede dar”, comentó a ECO &AGRO el joven estudiante de ingeniería agronómica
“De ahí que la agricultura agroecológica proporciona técnicas, métodos y soluciones y el gran tema al que se enfrentan es la contaminación. La provincia originalmente era un reservorio de selva por lo cual alterar el suelo produce precipitaciones y otros problemas relacionados con la deforestación y el calentamiento global”.
“La agroecología incentiva el cultivo debajo de los árboles con eficaces sistemas agroforestales, silvopastoriles y la incorporación de especies nativas para mejorar la productividad y al mismo tiempo obtener un beneficio ambiental”, enfatizó Javier.
De la chacra a la mesa
En general, estos pequeños agricultores venden en el mercado local, directo a los consumidores, “ese intercambio es mucho más rico cuando se trabaja con agroecología ya que logra un reconocimiento por la independencia que se tiene cuando uno elabora su propio abono, por ejemplo”, detalló el muchacho.
“Eso es algo que llama mucho la atención de la gente, es decir algo que funciona sin depender de recursos externos; ya que quien hace agroecología propicia oportunidades para atraer otro tipo de negocios como el agroturismo y la venta en las ferias, que le da valor agregado a la chacra y al colono le proporciona un ingreso extra para sobrevivir”.
“Hay que ser honestos y poner en claro que en la actualidad la situación económica del colono está muy deteriorada, aunque nunca estuvo en condiciones ideales, siempre su situación fue y es compleja, por eso confiamos en las garantías de la seguridad alimentaria”, dijo.
Según el joven, el consumidor que compra productos agroecológicos “está mucho más seguro que los alimentos que consume son frescos y sanos y por ello estos emprendimientos funcionan muy bien”.
Sin manipulación de los químicos
La agroecología no trabaja en el manejo de químicos por lo tanto en productor que se dedica a esa actividad directamente no manipula químicos y por lo tanto se aleja del riesgo de enfermar con dolencias crónicas por efecto de su manipulación.
Sus productos también están resguardados y esa es una solución a la productividad, ademas no causa contaminaciones los afluentes y protege al suelo de la erosión, razones más que suficientes para apoyar su trabajo.