El Gobierno nacional acaba de confirmar un acuerdo con las cámaras que nuclean a los principales laboratorios del país, a fin de retrotraer los precios de los medicamentos a los valores vigentes al 1 de noviembre pasado y mantenerlos fijos hasta el 7 de enero próximo.
Para miles de argentinos es una buena noticia saber que muchos de los remedios que son parte de sus tratamientos, pueden bajar algunos pesos que ayuden a la economía familiar.
Sin embargo, al igual que ocurre con los otros programas oficiales destinados a evitar subas desmedidas, el problema se da en el traslado del pacto entre las partes hasta el bolsillo del consumidor.
Es decir, que efectivamente se vea en los mostradores el tan mentado congelamiento de los precios.
Es que hay rubros esenciales de la canasta y, en este caso de la salud de los argentinos, que impactan de lleno en el poder adquisitivo de las familias, cada vez menor con el correr de los meses y el incremento de la inflación.
Hay personas de todas las edades pero con mayor incidencia en los adultos mayores, que deben destinar importantes sumas de dinero mes a mes para el sostenimiento de sus medicamentos ante enfermedades crónicas.
Párrafo aparte merece recordar que muchas obras sociales y prepagas desde antes del inicio de la pandemia -y con mayor profundidad una vez declarada la misma vienen reduciendo los beneficios para los afiliados mientras los aportes se realizan mensualmente.
La noticia sobre el acuerdo es muy buena, con la esperanza que no sea solamente por el plazo cercano a un trimestre. Quedará de fondo analizar nuevamente entre Estado y privados cómo se sigue después de enero, a efectos de evitar que el “descongelado” sea abrupto.