Mientras dormías te miraba, estabas tan tranquilo, soñabas feliz yo pensaba en esta maravillosa mezcla de responsabilidad y del regalo de ser tu mamá.
Nadie nos enseña cómo hacerlo y aunque a veces parezco segura de lo que te indico muchas veces estoy llena de dudas, lo único seguro es que quiero verte feliz, que crezcas sano por dentro y por fuera, que seas una persona capaz de amar y ser amado.
Desde el momento que llegaste a mí, cuando solo eras una semillita en mi vientre, supe que quería hacer lo mejor para vos, soñaba con verte y tocarte, poder compartir con vos pero lo más lindo fue que no tuve que esperar tanto, ya lo hacíamos desde ahí, cuando me dabas tus pataditas, o la panza se ponía dura, cuando te movías sin parar o te quedabas absolutamente quieto.
¡Que misterio y que maravilla es esto de ser mamá!
Mientras dormías pensaba cómo quisiera que nada te hiriera, poder apartarte los dolores, pero en este camino que llevamos juntos me he dado cuenta que no puedo y no debo hacerlo por mucho que me cueste.
Mi misión como mamá es acompañarte, guiarte, pero no puedo evitar las piedras en tu camino, aunque sí puedo sostenerte cuanto decidas afrontarlas y dar el salto.
Muchas cosas han cambiado desde mi juventud a la tuya y a veces puede resultar difícil esto, pero hay algo que puede unir a ambas y se llama flexibilidad, esto implica escucharte y tratar de entender tu realidad, luego explicarte mis motivos y poder encontrar juntos un camino de diálogo donde el respeto sea la norma.
No soy tu amiga ni quiero serlo, porque para eso están tus amigas, quiero ser tu mamá, quiero ser esa persona con la cual puedas sentirte siempre en casa, que podés pensar en voz alta, que te va a decir las verdades con amor y te va a sostener en todo momento sin importar las circunstancias.
Mientras dormías pensaba ¡que rápido creciste! Me alegra tanto haber jugado con vos, dibujado, cocinado y disfrazado, pero aun así se me pasó muy rápido.
A veces te das cuenta, aunque trato de disimularlo, pero en ocasiones no puedo evitar tratarte como si fueras más chico y es que a las mamás nos cuesta aceptar que nuestros niños ya no lo son, pero son solo momentos nada más.
Mientras dormías te miraba y deseaba que seas siempre una persona feliz, amada, que puedas encontrar tu camino, el que vos elijas, el que te llene el corazón y te haga sentir que cada día vale la pena ser vivido.
Mientras dormías te contaba despacito para no despertarte que siempre contás conmigo, que sos la persona más importante para mí, que cambiaste mi vida para siempre y que de tu mano conocí un amor sin límites jamás soñado.