Después que murió mi mamá comencé con un malestar físico, fui al doctor, hablé de lo que me pasaba, él escuchaba, antes de irme le conté que mi mamá había muerto hacia una semana y me dijo: “¡Hubiéramos empezado por ahí! Estás angustiada, no voy a darte ningún medicamento, andá a llorar todo lo que tenés que llorar y vas a ver que todo este problema hormonal se va a acomodar”.
No muy convencida fui a hacerme una “eco” porque estaba segura de que tenía algo, pero estaba equivocada, no tenía nada físicamente, lo que tenía era el dolor que no podía expresar. Así fue como decidí comenzar a tomar cursos de respiración para conectar con lo que estaba sintiendo en ese momento, el dolor de haber perdido a mi mamá. Ahí pude sentir, llorar y quebrarme.
Esta experiencia me sirvió para ver cómo mi cuerpo sufría las consecuencias de no expresar lo que estaba sintiendo, ya que ante un dolor tan grande me bloqueé para no sentirlo.
Me llevó mucho tiempo y práctica para animarme a sentir las emociones tan comunes en nuestra vida.
Cuando nos disociamos por dolores que hemos sufrido aprendemos a negar lo que sucede, nadie quiere enojarse, sentir miedo o dolor, pero es parte de la vida. No sentimos lo que nos duele pero tampoco podemos sentir placer y disfrute, a veces pienso que quisiéramos ser robots, vivimos en una sociedad que habla de poner el corazón y ser auténtico, pero para eso hace falta poner el cuerpo y animarse a sentir lo que viene tal como viene, ya que no podemos ser sensibles al placer sin ser más sensibles al dolor.
Sentir es vivir, es como cuando miramos los latidos del corazón en un monitor, estos suben y bajan, sólo si estás muerto se ve una línea recta, sin embargo vivir esas subidas y bajadas en nuestra vida nos da miedo, incertidumbre, queremos ser fuertes ya que mostrar nuestra sensibilidad nos hace sentir vulnerables.
Pensemos en todo lo que hemos hecho en nuestra vida, seguro ha sido a través de una emoción que nos movilizó, ¿por qué negarlas?
Hoy podemos observarnos y mirar nuestra vida, ¿nos animamos a sentir? ¿Qué elegimos? ¿Elegimos vivir o estar anestesiados para no sentir?
Vivir y sentir nos hace humanos, y en esa sensibilidad podemos reconocernos hermanos e iguales. Que Dios los bendiga.