Se criaron prácticamente juntos, Randall llegó a la vida de Martina en 2013, cuando ella tenía apenas 2 años y medio. Cómo es estar siempre juntos como hermanos nos cuenta la mamá de Martina, la periodista Claudia Paola Villalba, quien también malcría a Randall porque confiesa que “desde que llegó a nuestras vidas, fue una mascota muy amada”.
Es una raza particular, pues se trata de un Bichón Habanero, reconocido por su pelaje sedoso y fino, además de ser un perro alegre y activo. Y Randall se llama así porque “todos los cachorros de su camada tenían nombres con R”, cuenta Paola.
Ella lo define como “compañero en todos los sentidos, en especial de Martina. Si bien juega con ella, cuando se cansa o ya no le parece divertido el plan se da media vuelta y se va; casi siempre al sillón o a alguna alfombra. Cuando llueve y está afuera, cuando no estamos en casa. No se mete bajo techo ni en su casita sino que espera bajo la lluvia y cuando abrís el portón te mira con cara de ‘cordero degollado’ (jajajaj) como diciendo: ‘mirá, me mojé todo’”, intentando hacerlas sentirse culpables por dejarlo.
“Cuando Martina no está, da vueltas alrededor del auto, te mira y parece preguntar: ‘¿dónde está?, ¿por qué no vino?’. No sólo muere de amor por Martina sino también por mi mamá (la abuela). Ella le habla por teléfono y él queda exaltado o cuando vamos a Capioví, salta, juega y se acuesta al lado de ella”.
“Es un plaga, pero lo queremos. Le encantan las siestas largas. Cuando lo querés despertar medio temprano, te mira como diciendo, ‘¡pará! todavía no es hora de levantarse’. Ahora le decimos “el señor”; “El señor está preocupado, el señor está cansado, el señor…”, quizás ya se lo ganó porque se hace lo que él quiere o no, pues está ya mayor. ¡Gracias por compartir la historia!