Todo reclamo siempre es un reclamo de amor de aquel niño no visto, herido, no protegido.
Todo reclamo de amor nos muestra aquel dolor guardado, no expresado, no manifestado.
Todo reclamo es una demanda de amor, amor que se pide a gritos: “Por favor ¡mírame, existo! ¡Libérame de este dolor, mírame con amor!”.
Eso nos está diciendo, manifestando el otro. Lo hace como puede, como le sale y muchas veces sale envuelto a modo de demanda, de bronca y en su reclamo en realidad nos está diciendo:
“No me dieron, no me atendieron, me quedé solo y yo necesitaba”.
Si tan solo pudiéramos ver y sentir el dolor del otro a través de su reclamo.
Si tan solo pudiéramos ser empáticos.
A veces el otro en su demanda nos está trayendo nuestro propio dolor y eso es justamente lo que detona en nosotros el reclamo del otro, lo propio.
Entonces en vez de parar y mirarnos con amor comenzamos a entretejernos a través del reclamo y la exigencia.
Nadie gana, todos perdemos. Uno porque no tiene y reclama, el otro porque se defiende y se aparta.
Así las distancias se hacen cada vez más grandes, enormes, distancias no solo del otro, de uno mismo, de eso que me detonó otro y que en realidad es mío y por no poder verlo en mí, se lo cuelgo al otro.
Todos ¡somos uno! Cómo puedo entender tu dolor si alguna vez no fue mío, cómo puedo ver tu tristeza si alguna vez no me tocó.
A eso me refiero, tu dolor también es mi dolor, tu reclamo también fue o es mi reclamo, tu bronca si la entiendo y me llega, la conozco porque alguna vez fue mía. Las emociones son universales.
¿Quién gana?
¿Quién puede dar el salto en amor y mirar en el otro lo propio?
¿Quién puede dar el salto?
Aquel que se puede desprender de su dolor y mirar y atender al otro.
¿Quién se puede desprender y soltar? Aquel que está dispuesto a sanar y conectar con el amor sabiendo que es lo único verdadero. Amor, ternura y compasión nos pertenecen a todos.
Algunos los atesoran como principios Universales, otros los comparten para que sean realidad.
Quien ha sentido la paz y la vibración del amor quiere compartirla para que todos la sientan.
Cuando todos la sientan o un número mayor a la mitad, será una realidad para todos y por resonancia cuántica sucederá el cambio. Por favor, mírate en los ojos del otro así también el otro se mirará en ti.