“Es increíble todo lo que se vive en los Juegos Paralímpicos”, aseguró el palista misionero, Ariel Atamañuk, que charló con EL DEPORTIVO sobre su experiencia en Tokio. El encuentro con Mahira Bergallo, el cruce con los otros deportistas paralímpicos argentinos y la competencia. “Ahora quiero estar en París 2024”, aseguró.
Por estas horas, el oriundo de Santo Pipó se encuentra en Dinamarca, donde desde el jueves estará participando del Mundial de Paracanotaje 2021, con la experiencia de su primera participación paralímpica en el bolsillo.
“Siempre es un orgullo ponerme la camiseta argentina e intentar dejar en lo más alto a nuestra bandera. Lo tomo con orgullo y responsabilidad. Creo que eso es lo más importante para mí, amo a nuestros colores y donde voy intento dejarlo en lo más alto”, aseguró el palista que en Tokio finalizó en la posición 10 en el kayak y noveno en la canoa.
En esas dos mismas modalidades -KL2 y VL3- estará participando en el Mundial de Dinamarca. Su participación arrancará el jueves y el objetivo es meterse en la Final A, esa que le quedó pendiente en Tokio.
“En este Mundial vamos a ir a buscar esa Final A que se nos hizo difícil en los Juegos y vamos a dar batalla hasta el final”, remarcó Ariel.
“Y también disfrutar del entorno, porque nos merecemos ya que la preparación fue muy buena y lo demostramos en los Juegos con buenas carreras. No se nos dio, pero en todas metieron foto finisher y estuvimos en el pelotón”, agregó.
Ariel dejó la Argentina para viajar a República Checa y prepararse para Tokio el pasado y lejano 14 de julio. De Checa fue a Tokio, volvió y ahora a Dinamarca. Luego será el momento de regresar al país, el próximo 22 de septiembre. “Es lo que hablo con mi señora, Viviana Cabrera. Se hizo largo, pero valió la pena”, remarcó.
Claro que valió la pena. Ariel hizo su debut absoluto en los Paralímpicos y pudo vivir, en primera persona, la experiencia de la Villa Olímpica y todo lo que rodea a los Juegos. “Fue todo muy lindo. Es un privilegio poder estar ahí y lo viví así”, dijo el palista misionero.
Atamañuk destacó el orden y la organización de la cita, así como la amabilidad de los voluntarios, con quienes se comunicaba vía traductor del celular, porque de japonés, ni una palabra. “Tenía el teléfono siempre a mano, me descargué el idioma japonés y listo”, dijo el atleta paralímpico.
Interactuar con otros atletas fue otro de los puntos altos. “Nos encontramos en el comedor todos y sos uno más”, remarcó.
Con la delegación argentina se reconocían por la pilcha y al toque “nos preguntábamos cuándo competíamos, nos deseábamos éxitos. Fue todo muy lindo”.
En ese contexto se cruzó con Mahira Bergallo, la obereña que participó en lanzamiento de bala. “Yo no la conocía, pero después, por una foto, la reconocí y la felicité”, recordó. No pudo cruzarse con Mariela Delgado porque la paraciclista no estaba en la Villa, sino en Izu, a poco más de 100 kilómetros de Tokio.
Cuando se ganaba una medalla, todos se reunían para recibir al ganador y así se cruzó con “El Lobito” Gustavo Fernández y todo el equipo de boccia así como el team de atletismo. “Espero que las cosas se sigan dando como hasta ahora porque ya que hicimos esto… es imposible no pensar en los próximos”. París 2024 está a tres años de distancia y “uno quiere estar”, remarcó Ariel.
En cuanto a la competencia, el palista reconoció que le hubiera gustado un diploma paralímpico pero destacó que dio todo. “En el heat de kayak salí a buscar el pase directo y los primeros 180 metros iba en punta, pero en los últimos 20 me quedé. En la semi entré cuarto, e hice un tiempo de 45 segundos, mi mejor marca en competencia, pero no alcanzó. De todas maneras yo estaba satisfecho”, remarcó Ariel que había asegurado su clasificación a la Final B.
“En canoa también salí a buscar el pase directo y me quedé en los últimos 20 metros”, agregó.
En las semis de canoa quedó afuera de la Final A por 120 milésimas. “Fue durísimo, porque entrenamos mucho para estar ahí. Sentí que le había fallado a mucha gente, a todos los que empujaban el bote conmigo. Hablé con mi esposa y le pedí disculpas y ella me dijo que no pida perdón, que se vio que había dado todo”.
Fue un atleta español que le dijo, en el embarcadero y con la tonada española, que vaya y cierre esa Final B. “Fue muy duro bajar a correr esa final, pero lo que había hablado con mi señora, más lo que me dijo el español. Lo fui masticando todo hasta el embarcadero”, recordó.
En la final terminó primero, ubicándose noveno en la competencia. “Levanté la vista al cielo, agradecí a la gente que ya no está conmigo y a Dios que es quien nos pone donde estamos y se me vino una sonrisa”.
La historia no termina acá. Desde el jueves el Mundial de Paracanotaje y después… “empezaremos a trabajar finito para los clasificatorios a París”. Esto recién empieza