La actual Casa de la Cultura es la vivienda más antigua de Misiones. Fue inscripta en el Registro de la Propiedad, que inicialmente funcionó en esta localidad, con el N° 001. Después que le dieran diversos usos, estuvo desocupada por mucho tiempo, incluso abandonada, antes de volver a su esplendor actual. Para llegar a eso, se hizo una restauración/recuperación mediante el actual Fondo Misiones Jesuíticas, y se puso en valor todo lo que concierne al edificio centenario, conservando su esencia.
La licenciada en turismo, Mariela Elisabeth Núñez (36), indicó que se hizo un trabajo de preservación, restauración, de la estructura original “para mantener lo que era el edificio en sí, de la mejor manera posible. Los techos son originales de la época, y los cielorrasos construidos con ladrillos de un tamaño mayor al habitual. Se mantuvieron las paredes, se cambió lo que se debía reemplazar, y se volvió a inaugurar en 2006 como Casa de la Cultura”, que era el pedido de la familia Pernigotti a la hora de efectuar la donación a la comuna. Aclaró que hubo un primer proceso de puesta en valor que fue lento porque lo llevaba adelante el municipio, con fondos propios, hasta que finalmente intervino la provincia mediante el Fondo Misiones Jesuíticas, acelerando el proceso y finalizando la obra.
La profesional confió que la edificación, que pertenecía a Doña Sara, también funcionó como hotel en el apogeo del puerto local, ya que en él se alojaban quienes realizaban el transporte de mercaderías. “Es un espacio con muchísima historia, mucha gente recuerda diferentes épocas del edificio. El año pasado recibimos la visita de un señor que hacía 70 años no visitaba la localidad y había estado viviendo aquí. Pensaba que continuaba en la misma condición pero se sorprendió al verla de esta manera. Muchas anécdotas se desgranan cuando los antiguos habitantes del pueblo pasan y se encuentran con las mejoras, las reformas”.
El museo de Concepción de la Sierra se encuentra actualmente dentro de la Casa de la Cultura, que brinda otras tantas actividades como charlas, talleres y ceremonias de entrega, y alberga un aula de la Escuela de Robótica y a una salita del NENI Nº 2067, que se encuentra en construcción. Existe una sala en la que se exhibe una maqueta de la Reducción Jesuítica de Concepción, realizada en cerámica por el extinto escultor obereño y reconocido docente de la Facultad de Artes Juan Algot Hedman. “En ella se aprecia todo lo que fue la Reducción. Es una obra de arte en sí misma, y es una de las más grandes que hay”, celebró Núñez.
Otro lugar alberga las piezas más trabajadas, hechas en piedra arenisca, de lo que se pudo recuperar de la Reducción. Se encontraban en casa de vecinos, en espacios públicos, por lo que pasaron por un proceso de limpieza antes de ser expuestas en esta segunda sala. Entre ellas, un reloj de sol que, se cree, fue confeccionado por Bienaventura Suarez, sacerdote jesuita que es considerado el primer astrónomo del Río de la Plata. También, capiteles de columnas, partes de columnas que, probablemente, pertenecieron al templo, que era el espacio más decorado de la Reducción. El resto fue construido en piedra itacurubí, que es la que más abunda en la zona. Para Núñez, “las piedras más bellas que sobrevivieron de la Reducción están expuestas aquí y en las galerías externas de la casa. En el patio también hay un sector destinado a exponerlas, junto al aljibe, que fue rearmado, pero conserva la herrería original”. Pero, el reloj de sol, “es como la vedette del lugar. Es interesante porque no sólo se puede ver el tema de las horas sino también el equinoccio y la importancia que tenía en la Reducción todo el sistema de horarios, de las estaciones y los cambios para lograr una buena siembra y cosecha”.
Casa de Piedra
Del otro lado de la plaza, se encuentra “El cabildo”, la “Casa de piedra” o “Casa Márquez”, que en 2019 fue recuperada por el municipio con ayuda del Gobierno de Misiones, a fin de iniciar la puesta en valor. Según Núñez, es el lugar que mejor preserva los restos de lo que fue la Reducción de Concepción porque “la fachada completa sigue estando en piedra sin revocar, un gran porcentaje de las paredes internas son del mismo material y, en el fondo del terreno, existe una segunda edificación en piedra, y se puede apreciar el piso”.
Insistió con que en ese lugar, específicamente, “es donde mejor se preserva todo lo que tiene que ver con la Reducción. Pero que en todo el casco histórico de la ciudad se aprecia material de la Reducción mesclado con las nuevas construcciones. Es algo que se permitió cuando se volvió a delinear la ciudad. Cuando se ordena la mensura del pueblo, se determina que el espacio iba a repetirse, que era el mismo espacio. Y eso llevó a que todo el pueblo pudiera reutilizar estos materiales. Se los ve en muros, en cimientos, en paredes, en veredas. No desapareció del todo. Esa es la característica de Concepción. Convive lo antiguo con lo nuevo, es una simbiosis que se da naturalmente”.
“No es que haya tenido una protección desde siempre. Si bien es lugar histórico desde 1963, no es por eso que se mantuvo esa cantidad de material, sino por la misma gente, por la voluntad del pueblo de conservar también su patrimonio por ahí sin tanto sentido de lo que era el patrimonio. Esa es una realidad, no es que tuviéramos conciencia real de lo que era el patrimonio, lo fuimos adquiriendo con el paso del tiempo y a partir de 2019 con mayor fuerza”, acotó.
¿Qué siente cada vecino al tener un vestigio de reducción en su casa?. Es aquí, una pregunta recurrente. “Siempre digo que cuando uno lo tiene tan fácil no lo valora. Lo valora cuando alguien viene y pregunta ¿cómo tenés esto en tu casa? O cómo tienen esto en su vereda, cómo caminan sobre ella, ¿esto estaba acá desde hace tantos años? Sí estaba. Es cuando recién tomamos conciencia del espacio en el que estamos y del lugar del que somos ciertamente herederos, porque la verdad que no es algo de lo que tengamos conciencia todo el tiempo. Tiene que venir alguien y marcarte esa característica para que reacciones”, contestó. Es que el vecino común lo veía como algo propio. Las piezas son algo que tuvieron siempre en sus casas, las heredaron, probablemente de sus padres, y las quieren desde ese punto de vista. Por ahí no desde patrimonio cultural sino desde la herencia misma.
“Pero, de esa manera, se ayudó a preservarlo hasta ahora. Y la idea es que se siga preservando con el paso del tiempo y que podamos lograr un mayor nivel de conciencia y de preservación. Tanto para lo histórico, que tiene que ver con lo jesuítico específicamente, como para nuestros edificios centenarios como esta casa o la biblioteca popular. Desde el municipio, buscamos lograr y generar este tipo de conciencia. Vivimos en un pueblo tan antiguo y con tanta historia y a veces no nos damos cuenta de eso”, reflexionó.
Ganas de cambiar
Además de ser licenciada en turismo, graduada de la FHyCS-UNaM Mariela Núñez, es extensionista, investigadora auxiliar y docente. Orgullosa de su ciudad, aclaró que el único período en el que estuvo “afuera” fue porque estaba estudiando Licenciatura en Turismo en Posadas. Fue en ese momento que formó parte de un equipo de investigación que contempla la recuperación de la Reducción Santos Mártires del Japón, que dirige la profesora Beatriz Rivero. Al regresar, comenzó a vincularse con el municipio, a aportar desde lo que podía, participando en diferentes actividades, talleres, jornadas. “En breve llegará un grupo de arqueólogos que forman parte del Equipo de Investigación y continuarán las excavaciones que venían haciendo, esta vez en el predio del Cabildo. Fui parte de Concepción y, a través del equipo, fui aportando lo que era el desarrollo del municipio. Fui dando a conocer lo que podemos brindar. Después formé parte del equipo de Cultura de la Municipalidad como licenciada en turismo para brindar soporte al Secretario de Cultura y Turismo, Oscar Pankiu”, reseñó, quien al momento de elegir se inclinó hacia el turismo cultural, todo lo que tiene que ver con patrimonio tangible e intangible.
Aseguró que fue a estudiar turismo “con las ganas de volver y poder trabajar para mi pueblo. Había ido de viaje de egresados y pude ver todo lo que había en otros lugares y en la comparación decía: nosotros también tenemos. De ese pensamiento y de por qué no ponerlo en valor, me surgió la idea de estudiar turismo y de trabajar para cambiar lo que yo creía que se podía. Aunque a veces es más fácil pensarlo que hacerlo pero, en el quehacer cotidiano, tratamos de ir haciendo esos pequeños grandes cambios y sobre todo generando conciencia en la población. Me gusta todo lo que tiene que ver con patrimonio, con conservación, quizás por haber nacido acá”. Sigue siendo parte del equipo de investigación desde 2005, y continúa trabajando en esta zona con diferentes llegadas, capacitaciones, jornadas, talleres. Incluso hicieron en la plaza un taller de arqueología infantil con los chicos del jardín de infantes para que entiendan que viven en un sitio histórico.
“Vamos haciendo esos pequeños grandes cambios. Siempre digo que los que tuvimos la posibilidad de estudiar, tenemos que compensar. Volver a mi pueblo y poder desarrollar mi profesión es lo mejor que me pudo haber pasado. La idea es tratar que los pueblos se desarrollen turísticamente porque tienen mucho para mostrar. Siempre decimos que acá recién estamos arrancando con lo que tiene que ver con turismo, hay mucho por hacer, mucho por mejorar, pero creo que tenemos materia prima como para poder llevarlo adelante. Confiamos en eso. En eso tenemos puestas las expectativas y las esperanzas”, sentenció, quien se mostró celosa del patrimonio.
El Departamento de Concepción tiene tres Reducciones. La Reducción de Santa María la Mayor, patrimonio de la humanidad; la Reducción de Concepción, y la Reducción de Santos Mártires del Japón, que está en el Cerro Mártires, en un predio privado y en medio de una densa vegetación. A pesar de ser de difícil acceso, no deja de ser un sitio fascinante. Se hicieron trabajos de excavación, se encontraron pisos originales y algo de paredes, pero ante la imposibilidad de actuar se volvió a tapar para preservar. Se hizo un pedido de expropiación que no prosperó.
El mandato de la abuela
El intendente Carlos Pernigotti recordó que la Casa de la Cultura pertenecía a su bisabuelo, Cayetano Pernigotti, y que la familia la donó al municipio hace algunos años porque se trataba de la edificación más antigua de la ciudad, la primera inscripta en el Registro de la Propiedad. “Mi bisabuelo, venido de Europa, la había transformado en hotel porque este era un centro muy importante. Era el ingreso a Misiones, y en ese momento se usaba mucho el hospedaje. Además, toda la mercadería que venía desde Buenos Aires, subía por balsa a través de río Uruguay y Barra Concepción era el último lugar para desembarcar. Más arriba había unas cachueras muy grandes que no permitían subir por el cauce. Con la llegada del tren, Concepción quedó de lado porque toda la mercadería comenzó a llegar a través de los vagones”, narró.
Sostuvo que muchos años habitaron la casas sus bisabuelos, mis abuelos y tíos abuelos, que “después se fueron yendo y la casa quedó para el Club Social, que arrancó acá”.
Después quedó abandonada. En 1983, se produjeron grandes inundaciones y el río Uruguay desbordó. Se evacuó a mucha gente de Barra Concepción que vivía en una isla y se la mantuvo a resguardo dentro de la casa. Durante su estadía, sufrió grandes destrozos.
En 2000, mientras el mismo Pernigotti se encontraba en la intendencia, comenzó la reconstrucción de la casa. “Lo que hicimos fue arreglar el techo, las vigas, una pared se estaba por caer, y los tirantes, que son de madera de Urunday. Se arregló el piso porque en las habitaciones principales era de madera. Hubo espacios que se rellenaron y se cubrieron con cemento. En la gestión de Nicolás Osudar fue cuando la provincia invirtió dinero para terminar con las aberturas nuevas, se hizo la maqueta, y se terminó de restaurar la casa. Ahí fue que mi abuelo y sus hermanos fueron donando su parte al municipio”, comentó.
Para Pernigotti tiene una carga sumamente importante porque en 2000 falleció su abuela y un poco antes “me pidió que arreglara la casa. Y me tocó a mi hacer los primeros arreglos. Estoy satisfecho con que esto se haya terminado. Es como un mandato de la abuela Leonida Scotto, que venía de Garruchos, Corrientes”.
Nunca se mudó
La Reducción Jesuítica de Concepción fue fundada en 1619 por Roque González de Santa Cruz. “Fue de las primeras del lado del río Uruguay. Tiene la cualidad que nunca se mudó, a diferencia de Santa María o San Ignacio que fueron fundadas en otros espacios y luego trasladadas. Concepción se funda en este lugar y permanece durante toda su historia y sigue manteniendo su nombre hasta la actualidad. Nunca tuvo que trasladarse, eso es lo que le dio la característica y la posibilidad que durante los más de cien años de historia hasta la expulsión de los jesuitas pudieron ir concretándose la mayoría de las edificaciones de piedra”, manifestó Núñez.
Entonces tenía 28 filas de cuartos, que son las casas alargadas que se observan en la maqueta de Hedman; la iglesia, que es la más grande de todas las reducciones, con cinco naves, que medía 40 varas por 90 de largo (casi una cuadra), además del colegio y los talleres. “Toda esa zona está ocupada actualmente por lo que es el casco histórico de Concepción de la Sierra. Nuestra iglesia actual está sobre la iglesia antigua, aunque es mucho más pequeña y data de 1904. El espacio de talleres está ocupado por la Municipalidad, y sobre lo que era el cementerio está ubicada la Escuela N° 27. Tenemos la plaza que es la misma desde hace 400 años”, agregó.