Cada 16 de agosto, los fieles católicos veneran a San Roque, Patrono de los perros y “abogado” contra los virus y las enfermedades.
Según cuenta la historia, a San Roque lo veneraban las regiones europeas a las que habían llegado pestes o epidemias. La leyenda dice que logró librar de la enfermedad y del contagio a muchísimos de los que se encomendaron a él.
Un día mientras atendía a un enfermo grave, se sintió también contagiado de la enfermedad. Su cuerpo se llenó de manchas negras y de úlceras. Para no molestar a nadie, se retiró a un bosque solitario, y en el sitio donde se refugió, ahí nació un aljibe de agua cristalina, con la cual se refrescaba.
Entonces, un perro empezó a tomar cada día un pan de la mesa de su amo e irse al bosque a llevárselo a Roque. Después de varios días de repetirse el hecho, el dueño siguió los pasos del perro, hasta que encontró a San Roque lleno de llagas, en el bosque. Entonces llevó a Roque a su casa y lo curó.