Imagínate estar a bordo de un crucero gigante que choca con otro buque en alta mar. De milagro su nave sigue a flote, tiene tremendo agujero en el casco, pero logras llegar a puerto. Pues eso le ocurrió a comienzos del siglo XX a una mujer argentina llamada Violet Jessop, que viajaba en el transatlántico británico RMS Olympic cuando este colisionó con un buque de guerra frente a las costas británicas en 1911.
Después de semejante experiencia, es muy probable que nunca más quisieras subirte a una embarcación, ¿verdad?. No fue el caso de Jessop. Lejos de evitar la navegación, volvió a subirse el año siguiente a otro enorme barco, quizás el más famoso de todos los tiempos (a pesar de que navegó por muy pocos días): el RMS Titanic.
Sobreviviente
Tenía 24 años cuando estuvo involucrada en uno los desastres marítimos más recordados de la historia, cuando el Titanic se hundió en el helado Atlántico a solo cuatro días de haber comenzado su viaje inaugural, el 15 de abril de 1912. Increíblemente, también sobrevivió y no estuvo entre las más de 1.500 víctimas.
Pero eso no detuvo a Jessop. Siguió subiendo a otras embarcaciones. ¡Y siguió sufriendo naufragios!. En 1916, en plena Primera Guerra Mundial, se enlistó como enfermera de la Cruz Roja a bordo del HMHS Britannic, un transatlántico reconvertido en buque hospital que navegaba por el mar Egeo cuando fue atacado por los alemanes.
Britannic, el hermano del Titanic que se hundió en la Primera Guerra Mundial. El barco se fue a pique en menos de una hora. Pero Violet Jessop también vivió para contarlo.
¿Quién era esta mujer extraordinaria?
Sus padres habían estado entre la oleada de inmigrantes irlandeses que llegó a Argentina a finales del siglo XIX. Violet nació el 2 de octubre de 1887 cerca de Bahía Blanca, en el sur de la provincia de Buenos Aires, donde su padre trabajaba como pastor de ovejas. Fue la mayor de seis hermanos.
Su espíritu luchador se puso a prueba de muy joven: de pequeña contrajo tuberculosis y los médicos le dieron tres meses de vida. Su familia entera se mudó a la provincia de Mendoza, en el occidente, sobre la cordillera de los Andes, para que el clima la ayudara a sanar. Y así fue, algo considerado milagroso en esa época.
Sin embargo, quien perdió la vida fue su padre. Y tras su muerte, su madre decidió instalar a la familia en Inglaterra, donde consiguió trabajo como camarera con la naviera Royal Mail Line.
Cuando comenzó a tener problemas de salud, Violet -ya de 21 años- buscó trabajo para mantener a la familia y consiguió un puesto similar al de su madre, en la misma empresa. Fue así que comenzó su relación con los barcos.
Atados por el destino
Pero la historia le reservaría una conexión muy particular con tres buques específicos: las estrellas de la naviera White Star Line, para la que comenzó a trabajar en 1908. Las naves eran parte de la flota más grande, moderna y lujosa de la época: el Olympic, el Titanic y el Britannic.
Eran tres “barcos hermanos” de la clase Olympic, creados casi iguales. Y su destino también sería muy parecido (y no muy feliz).
El primero, el RMS Olympic, tuvo mejor suerte que sus hermanos gemelos. Inaugurado en mayo de 1911 con gran pompa como el barco más grande de su época -le llevaba 30 metros a sus rivales más cercanos- el Olympic casi tiene un final trágico a pocos meses de su bautismo.
El accidente
El 20 de septiembre de 1911, chocó contra el buque de guerraHMS Hawke frente a las costas de Inglaterra, cuando éste quedó atrapado en su enorme estela. A pesar de que el Hawke perforó su casco y dañó una hélice, milagrosamente no hubo heridos y el Olympic pudo volver al puerto de Southampton.
El capitán del transatlántico era un hombre llamado Edward John Smith, quien el año siguiente cobraría fama por ser el capitán del barco que llegó para eclipsar al Olympic: el admirado RMS Titanic, aún más grande y lujoso que su hermano mayor.
En un cuaderno de memorias que escribió sobre sus experiencias -que tras su muerte se publicaría bajo el título “Titanic Survivor” o Sobreviviente del Titanic-, Violet contó que era feliz trabajando en el Olympic y que no quería cambiar de embarcación. Pero sus amigos y familiares, maravillados con el lujo y la magnificencia del Titanic, la convencieron.
Titanic
Y fue así como la joven de 24 años pasó a ser una de sólo 23 mujeres que formaron parte de la tripulación en el trágico viaje inaugural del Titanic. En sus memorias recordó qué pasó después del choque y contó cómo sobrevivió. “Me ordenaron que subiera a cubierta. Los pasajeros paseaban tranquilos”, relató.
“Las otras camareras y yo miramos como las mujeres se aferraban a sus maridos antes de que las metieran en los botes salvavidas con sus hijos”.
“Un tiempo después, un oficial nos ordenó abordar al bote número 16 para demostrarle a las mujeres que era seguro”, rememoró. También le pasaron a un bebé, que sostuvo contra su duro salvavidas de corcho por horas para evitar que muriera congelado, hasta que llegó el RMS Carpathia para salvarlos.
Una vez a bordo apareció una mujer -Violet supuso que era la madre- y le arrebató al pequeño. “Aparentemente había dejado al bebé sobre la cubierta mientras fue a buscar algo y cuando volvió ya no estaba”, dijo.
Violet y los otros 704 sobrevivientes fueron llevados a Nueva York, en Estados Unidos.
Britannic
Esa dramática experiencia tampoco logró alejar a Violet del mar. Siguió trabajando como camarera para la misma empresa. Su conexión con el tercer “barco hermano” de la clase Olympic, el Britannic -que fue lanzado al mar en 1914- llegó de la mano de la Primera Guerra Mundial.
El más joven de los cruceros, que al igual que sus gemelos había sido creado con la intención de unir a Europa con EE.UU., nunca llegó a cruzar el Atlántico. El gobierno británico lo requisó y lo convirtió en buque hospital. Violet se unió a la tripulación, esta vez como enfermera de la Cruz Roja.
Sobreviviente
El 21 de noviembre de 1916 el Britannic navegaba por el mar Egeo a la altura del canal de Kea, frente a las islas griegas, cuando se produjo un estallido. La prensa británica de la época reportó que había sido alcanzado por torpedos alemanes, pero muchos sostienen que en realidad se topó con una mina.
El caso es que se hundió en 55 minutos, tres veces más rápido que el Titanic (a pesar de todas las previsiones que habían tomado los ingenieros navales para hacer que la embarcación fuera más segura).
Esta vez Violet no logró salvarse en un bote salvavidas, ya que el suyo y otros fueron chupados por las hélices del barco. Debió tirarse al mar y se golpeó en la cabeza, pero la rescataron. Ella lo atribuyó el milagro a su abundante cabellera de color castaño, pues la sacaron del agua izándola por el pelo.
30 personas murieron ese día, pero la mayoría sobrevivió. El desastre no fue mayor porque el barco iba en busca de heridos y aún no transportaba víctimas.
Una vida dedicada al mar
Las probabilidades de ser parte de dos de las catástrofes náuticas más grandes de la historia parecen remotas. Y aún más remota la posibilidad de que alguien pudiera sobrevivir a ambos eventos y aún así seguir navegando. Pero Violet Jessop lo hizo y, con toda lógica, se ganó el apodo de “Miss inhundible”.
Trabajó otra vez en el Olympic, que después de ese primer incidente no volvió a sufrir problemas graves y fue el único de los tres hermanos que no terminó bajo el mar.
En 1926 cambió de naviera y trabajó para la Red Star Line, volviendo unos años después a su primer lugar de trabajo: la Royal Mail Line.
Adiós
Dejó los barcos por un puesto como oficinista tras el final de la Segunda Guerra Mundial, en 1945, pero en 1948, con 61 años de edad, volvió a embarcarse por dos años más. Recién se retiró en 1950. Tras 42 años de relación con el mar, su mudó a una casa de campo en Suffolk, un condado en el este de Inglaterra.
No tuvo hijos -se casó cuando tenía casi 40 años con un marinero, pero la relación duró pocos meses- y sus memorias fueron eventualmente publicadas por sus sobrinos, en 1998. Vivió hasta 1971, cuando una insuficiencia cardíaca finalmente logró lo que tres desastres en alta mar no pudieron. Tenía 84 años.
Fuente: bbc.com