
“Cuando se abalanzaron sobre nosotros tuve que arrojarles la mochila, para que se quedaran conformes y no nos sigan persiguiendo, temí por la vida de mi hermano. Nos iban a matar”, dijo ayer a este Diario una de las víctimas de un asalto a punta de cuchillo en el barrio A3-2 de esta capital.
El joven, de 23 años, radicó la denuncia en la comisaría Décima ni bien ocurrido el hecho, donde señaló el lugar donde fue interceptado por un grupo numeroso de individuos con armas blancas. Sin embargo, pasaron las horas y los patrulleros no se movieron de la dependencia, a decir del denunciante. Un grupo de vecinos, quienes conocen a los damnificados, dos hermanos que todos los días venden bollos en el barrio, se acercaron a ver si estaban bien, y al notar la inacción de los efectivos a no acudir al sitio del robo, decidieron movilizarse pacíficamente frente a la citada seccional, según ellos mismos explicaron.
En diálogo con PRIMERA EDICIÓN, el vendedor ambulante contó que ayer a las 18.30 “nos disponíamos a seguir ofreciendo bollos en otro sector del barrio cuando ingresamos a un lugar conocido como ‘el caminito’ que está rodeado por una ‘villita’. Fue allí que salió un grupo de varias personas con cuchillos. Comenzamos a correr y nos estaban por alcanzar cuando decidí arrojarles mi mochila, para que se conformaran con algo. Nos iban a matar, tuve miedo por mi hermano que tiene 15 años, si lo agarraban lo mataban”.
Agregó que “le pasé datos a la policía, en la denuncia, del lugar donde nos asaltaron pero ni se movieron. Son casi las 21 y nada. Me llevaron lo que tenía en mi mochila, un teléfono celular nuevo, un Motorola 6 Plus, mi DNI y más de 3 mil pesos de la recaudación que teníamos de vender bollos todo el día. Además, nos quedaban bollos y se los llevaron también”, relató el joven quien es padre de familia y la venta que hace en la calle es su único sustento.
La mochila o la vida
El joven bollero relató que “tuve que arrojar la mochila o nos iban a matar, corrimos por nuestras vidas”. Los hermanos fueron despojados de la recaudación del día y de los bollos que les quedaban.