En la antigüedad, un soldado romano podía obligar a alguien a llevar su carga por una milla. La primera milla, las circunstancias externas te obligan a hacerla; pero la segunda milla la elegís vos. Es decir ir más lejos de aquello que nos imponen o nos obligan a hacer. Esa es la diferencia entre una persona reactiva y una persona proactiva. El reactivo saluda si lo saludan; ayuda si lo ayudan; regala si le regalan; trata bien si lo tratan bien. En cambio, el proactivo no mira lo que hace el otro sino que toma siempre la iniciativa.
Los verdaderos líderes de excelencia son proactivos. En los aeropuertos suele haber personas que portan un cartel con el nombre del viajero que están esperando y han ido a recibir; también hay otras personas que además del cartel tienen una foto. Estos últimos son proactivos porque hicieron un poquito más que el resto.
Hace un tiempo, yo estaba viajando en avión y estaba leyendo. Me había olvidado de prender la luz. Pasó por mi lado una de las azafatas y siguió de largo. A los pocos minutos, pasó otra azafata y al ver que estaba leyendo a oscuras encendió mi luz individual. Esa es una azafata líder, proactiva, que hizo un extra que yo no le pedí, pero iba a ayudar a mejorar mi situación: la lectura que estaba disfrutando.
Ser proactivo es preguntarse a cada momento: “¿Por qué no tomo la iniciativa?”. Es vivir la diferencia entre resignación y aceptación. Quien elige resignarse dice: “Ya está, perdí el trabajo”; o: “Ya está, estoy enfermo”. Mientras que quien acepta expresa: “Perdí el trabajo, voy a moverme para buscar uno mejor”; o: “Estoy enfermo, voy a participar activamente para curarme”.
En eso consiste la milla extra: en ser proactivo, proactiva. En transformar lo ordinario, lo común, lo que todo el mundo hace en algo extraordinario que inspire a los demás y deje una huella a seguir para los que vienen detrás. ¿Cuál es tu actitud frente a la vida? ¿Te conformás con lo que tenés o decidís ir siempre por más? “Bernardo, pero ahora estamos en medio de una crisis mundial”, tal vez estés pensando.
La mente humana tiene un mecanismo automático que rotula cada experiencia vivida. Estas calificaciones que hacemos producen emociones. Entonces, si alguien vive una experiencia negativa y se siente incapaz, cuando otro le diga: “No sos capaz de hacer nada bien”, sin duda lo creerá. Las palabras exteriores que nos lastiman, en realidad están dentro de nosotros.
Si deseás tener resultados extraordinarios e ir siempre la milla extra, aun en medio de la adversidad, prestá atención a lo que te hablás a vos mismo a cada momento.
Quitá de tu mente todas esas voces negativas que te hablan permanentemente y te hacen sentir mal y actuar en consecuencia. Una mentalidad sana está enfocada en conseguir siempre los mejores resultados.