La Plaza de Mayo de Buenos Aires se convirtió el 16 de junio de 1955 en escenario de un cruento bombardeo aéreo que dejó más 350 muertos y miles de heridos. El ataque fue perpetrado por oficiales de Marina y Aeronáutica en un intento de asesinar al entonces presidente constitucional Juan Domingo Perón.
El bombardeo descargó 14 toneladas de explosivos sobre el histórico centro porteño y resultó la jornada más sangrienta de la historia del siglo XX en Argentina.
Dos meses antes, en abril, más de 200 mil personas se congregaron en Plaza de Mayo, frente a la Catedral Metropolitana, en el marco de la celebración del Corpus Christi. Durante la concentración, un grupo que nunca pudo ser identificado desplegó una bandera argentina y la quemó frente a los ojos de los cientos de fieles que participaban de la fiesta religiosa.
En respuesta, el Poder Ejecutivo decidió llevar a cabo “un acto de desagravio al pabellón nacional” con una parada militar prevista para el 16 de junio. La ocasión presentó la oportunidad a los conspiradores para matar a Perón y derrocar al Gobierno popular.
Aquel día, la multitud contemplaba el desfile militar cuando a las 12:40, unos 40 aviones de la Aviación Naval y la Fuerza Aérea dejaron caer bombas sobre la Plaza de Mayo colmada de personas. El bombardeo culminó pasadas las 17 y, gracias a la intervención de las tropas del Ejército leales al Gobierno, la intentona golpista fracasó.
Casualmente, ese mismo día, Perón era excomulgado por el Vaticano y se desató una “ola” de quema de iglesias en el país.