Estos amigos invisibles son una parte fundamental del crecimiento y evolución como personas de los niños. Estos amigos, que se presentan tanto a niños como a niñas, son un YO auxiliar que les ayuda tanto a reflejar cómo a enfrentarse a distintas situaciones.
Un amigo imaginario es un personaje que no tiene carácter real y es invisible, pero que es referido por el niño en las conversaciones con otras personas y con el que juega al menos durante algunos meses. Aunque el niño tiene esta vivencia como real, es capaz de moldearla según sus deseos, es decir, es una experiencia que está bajo su control, lo cual la diferencia de las alucinaciones.
Para ayudar a comprender el porqué de la creación del amigo imaginario:
- Entrenan el autoapoyo: gracias a su amigo imaginario, los niños pueden contar aspectos de su vida que quizá no se atreven a contar a otras personas. Y con este hecho consiguen apoyarse por sí mismos y salvar situaciones que de otra manera no podrían hacerlo.
- Tolerancia del niño a la soledad: los niños de esta manera no necesitan estar continuamente rodeados de adultos.
- Favorece la autonomía del niño: en otras situaciones no se atrevería a realizar algunas actividades, pero con su amigo imaginario se siente más capaz y con más valor para hacer lo que se proponga.
- Ayuda a recrear una situación que controlan: los niños eligen la manera en la que llevar la conversación. Se inventan los diálogos y el tono en el que interactúan con sus amigos imaginarios, lo que hace que eviten situaciones o comentarios que con otros niños sí tendrían.
El hecho de que nuestros hijos tengan amigos imaginarios es algo de lo que no deberíamos preocuparnos. Es un síntoma de que son sanos y de que se están preparando poco a poco a valerse por sí mismos. Estos amigos resultan ser una herramienta de trabajo útil para desarrollarse a nivel psicológico y emocional. Por eso es tan importante que no les avergoncemos o les cuestionemos cuando tengan estos hábitos.
Como padres, lo que debemos hacer es comprender los valores y las fortalezas que aporta el amigo imaginario a nuestro hijo, de manera que después nosotros seamos capaces de replicar ese apoyo. Observando a nuestros hijos podremos determinar si necesita más cariño, más o menos independencia, si debemos fomentar su creatividad.