Los fanáticos de Manchester City y Chelsea han acaparado los focos en la previa de la final de la Champions League, pero no por un buen motivo. Sectores violentos de ambas hinchadas, llamados hooligans, protagonizaron disturbios y peleas desde su arribo a Oporto, sede del decisivo encuentro.
Los incidentes suelen ocurrir tras el tempranero cierre de los bares en la ciudad portuguesa, por los protocolos de Covid-19. La policía local tuvo que intervenir en varias ocasiones por peleas a puño limpio, así como también destrozos de locales y autos de la vía pública.
“Algunas personas querían una bebida más y la Policía estaba decidida a trasladar a la gente a sus hoteles”, declaró un testigo a The Sun.
Una de las medidas de las tabernas para evitar incidentes, fue la de servir la bebida en vasos de plástico, aunque eso no impidió que igualmente algunas personas hayan resultado heridas. A raíz de esto, las autoridades reforzaron la seguridad y contactaron a ocho agentes de seguridad ingleses especializados en estos eventos, para brindar apoyo.
Por otro lado, los clubes intentaron tomar cartas en el asunto, a través de una recomendación hacía sus hinchas sobre el respeto del distanciamiento social y el uso de tapabocas. Aunque ello siguió sin respetarse.
En estos días se registraron algunos heridos -ninguno de gravedad-, pero no hubo detenciones. Además, las horas previas a la final se puso observar un despliegue policial con escudos antidisturbios en distintos sectores del centro a raíz de los constantes cruces entre simpatizantes.
Cabe destacar que ambos equipos tienen cerca de 200 hooligans en Oporto, con el acceso vetado a los estadios por distintos incidentes ocasionados en su país.
Fuente: TyC Sports.