Valorados por su aroma, el tomillo y el orégano realzan el sabor de las comidas y ayudan a controlar -de manera natural o biológica- las plagas que dañan los cultivos de la huerta.
A diferencia de las hortalizas, estas hierbas se desarrollan en suelos pobres en nutrientes y con poca agua, se adaptan a los lugares muy soleados y hasta crecen en pequeñas macetas.
Fáciles de multiplicar, el principal secreto para potenciar el aroma del tomillo y del orégano es ubicar las plantas en balcones o canteros bien expuestos al sol y orientados al norte, ya que el nivel de contenido de aceites esenciales -que brinda el aroma característico y determina su uso como condimento- depende de la intensidad de la luz solar que reciben.
Cualquiera de estas aromáticas puede cultivarse en el suelo o en contenedores con una profundidad no menor a los 35 centímetros, con cuidado de evitar su encharcamiento, debido a que son sensibles al exceso de agua y sus raíces requieren mucha aireación.
Por eso también es importante contar con un sustrato aireado como requisito para lograr un trasplante exitoso.
Cinco estrategias
Semillas
Una manera de hacer la multiplicación es preparar los almácigos en primavera a partir de semillas. Sólo los oréganos europeos pueden generarse de esta forma y, en el caso del tomillo, es conveniente realizar una siembra muy superficial dado el tamaño casi diminuto de las semillas.
Acodo
En su versión simple, esta técnica se aplica cuando la planta madre posee tallos muy delgados, flexibles y sin textura leñosa. Se realiza durante la primavera y se trata de enterrar una porción del tallo de la planta madre -libre de hojas- en otro recipiente sin separarlo de la planta original, mientras que la otra parte se deja al aire libre y con algunas hojas.
Acodo por amontonamiento
Es una variante del acodo tradicional que resulta de utilidad cuando los tallos no son lo suficientemente largos y flexibles. Esta práctica se efectúa en primavera y consiste en colocar en la base de la planta una capa de tierra fértil o sustrato -de 7 a 12 centímetros de espesor- que, al oscurecer las yemas, emite nuevas raíces y plantas.
Esquejes
Son pequeños trozos de tallo que, deshojados en su base y con algunas hojas en su porción terminal, estimulan la formación de raíces. Esta posibilidad requiere la plantación de cuatro yemas o más en un sustrato aireado al comienzo del otoño -cuando las temperaturas son moderadas- y el empleo de tallos de 3 milímetros de diámetro y de entre 5 y 10 centímetros de largo.
División de matas
Esta estrategia sirve para recuperar plantas envejecidas y rejuvenecerlas. Se trata de una opción muy sencilla: hay que desenterrar el pie de la mata y dividirlo según el tamaño de la planta madre, con la precaución de que cada nuevo individuo resulte equilibrado en cantidad de tallos y raíces.