Cuando uno se auto observa se cura.
Cuando uno se conoce, se cura.
Cuando uno para se cura.
Cuando uno consigue estar en el aquí ahora se cura.
Cuando uno se ama y se acepta se cura.
Pero ¿cómo hacer esto en una cultura que nos lleva al afuera, a la rapidez, a mirar al otro y seguirlo?
En los talleres, lo que observo es que a las personas les mueve encontrar un lugar de paz de armonía porque sienten malestar físico o emocional. A veces escucho: “tengo todo y no puedo disfrutar” y así sucede cuando no tenemos paz.
Si buscamos técnicas para relajarnos hay muchas: un masaje, yoga, conciencia plena y otros, cualquiera sirve si nos ayuda a llegar a nuestro corazón, ese famoso lugar donde guardamos nuestros más grandes secretos. Ahí depositamos todo el amor, pero también el miedo, la tristeza, vergüenza, rabia y a veces decidimos resentir emociones, sobre todo aquellas que nos hacen mal.
Buscar adentro nuestro es la salida o mejor dicho es el comienzo de un camino hacia el encuentro con el ser que habita dentro nuestro.
A veces recuerdo la primera vez que pude silenciar un momento mi mente, estaba sentada en el auto en la costanera, afuera había un paisaje hermoso, sol, viento, río, flores; comencé a respirar y sentí como un volcán en erupción adentro, no me gustó nada, rápidamente abrí los ojos, no fue un lugar cómodo, pero me llamó la atención y me dije: “voy a ver qué hay ahí que me molesta tanto”.
Hoy después de algunos años cuando voy adentro de mi ser, ¡me quedaría a vivir ahí!, es un lugar de paz y amor, aunque hay días que afuera hay caos, me detengo y voy allí, a ese lugar al centro de mi corazón, me abrazo y aparece la paz. Para mí, Dios habita ahí y yo puedo sentirlo.
Así que mi respuesta a la pregunta que hice al principio de la nota es que parar en esta cultura que nos lleva afuera, al acelere, tengo que trabajar la voluntad y elegir conscientemente detenerme y hacer lo que me hace bien.
Somos responsables de nuestra vida, cuando notemos que estamos acelerados, paremos, respiremos profundamente para sentir la vida que circula en nosotros, esa vida que se nos fue regalada y que no tenemos que hacer nada, ¡sólo vivirla!
Bendiciones.