La magia llega porque nos abrimos, ella está allí, esperando para tocarnos con su divinidad.
¿Qué es si no la magia?
La magia es el milagro de la creación, la bendición de la existencia, el asombro de lo nuevo, la inocencia, el descubrir y vivir cada día como el único.
La magia es dejar la mente a un lado, es vaciarnos de contenido, es dejar de interpretar. La magia te traspasa solamente cuando dejamos de lado el yo, el ego y nos volvemos permeables.
Cuánto encierra esa fase: ¡Sí a todo como es!
Somos canales, somos el vacío mismo en un cuerpo material y temporal, somos el universo en cada molécula.
¡Somos todo eso y más!
Somos en cuanto somos sin posesión. Nada es nuestro, estamos de paso, de paso en este universo experimentándonos a través de lo externo. Del niño, del gato, de las plantas, de los contratiempos, todo es el Universo. Todo es Dios y nosotros también siempre y cuando podamos vivirlo con la humildad de saber que nada nos pertenece. Todo nos es dado solo por un tiempo. El tiempo que nos toque en esta vida para poder vivirla.
Y vos, ¿cómo querés vivir esta vida? ¿Llena de amor ternura y comprensión o llena de conceptos, interpretaciones y posesiones? Nada nos pertenece solo lo disfrutamos mientras estamos.
Los atardeceres no son de nadie, las aguas, los cielos, los colores, tu cuerpo tampoco; volverá a la tierra luego de que ya no estés.
Solo busca tu alma ella es el faro que te guía. Y está dormida en tu interior.
Simplemente busca en el silencio y en la quietud de tu corazón lo que verdaderamente te pertenece, no se ve, no se toca, pero se siente.