No desvíes la mirada de ti, allí encontrarás tu sombra porque precisamente ella te creó, ella fue quien tomó todas las decisiones en base al miedo inconsciente, a lo que opera sin ser visto, a la carencia, a la ausencia, al desamparo y la necesidad. No desvíes la mirada de tu interior por no poder soportar lo que ves. Nada de lo que ves fuera podrá completar los fragmentos perdidos de tu corazón, eres tu propio rompecabezas a resolver.
Cada uno de nosotros se tiene que completar a sí mismo. Externo e interno, madre padre, bueno malo, víctima victimario son sólo los opuestos que nos llevan al centro del propio laberinto. No te pierdas fuera, no te pierdas en el otro. Busca en ti mismo, completa primero tus partes, sana el dolor, repara lo roto, llena la ausencia. Completa. Busca la esencia que en tu núcleo está intacta.
No desvíes la mirada: Tú eres el blanco más difícil de alcanzar.
Solamente al enfrentar nuestra sombra, transitarla, reconocerla e integrarla, solamente después podrás reconectar con aquello que esta afuera para compartir y unir las partes.
Es la luz que se despierta en nosotros a través de transitar la sombra, es la luz que guía cada uno de nuestros pasos para comprender lo incondicional, es la luz de nuestra conciencia y son nuestras comprensiones que encienden nuevos espacios en nuestro interior generando un cambio en nuestro propio sistema, reconciliando cada parte con la anterior.
Sumando partes nos vamos completando, sanando, iluminando y así reconciliados y vibrando alto por resonancia podremos atraer lo nuevo.
Lo por venir llega cuando modificamos primero dentro.