Si bien valoro el optimismo, lo cierto es que es imposible mantenerlo siempre. Esto implicaría negar otro tipo de emociones que nos dan información sobre lo que resulta importante para nosotros.
Las psicólogas estadounidenses S. Quintero y J. Long, definen la positividad tóxica como “la sobre generalización excesiva e ineficaz de un estado feliz y optimista en todas las situaciones. El proceso de positividad tóxica resulta en la negación, minimización e invalidación de la auténtica experiencia emocional humana. Ser siempre positivos se vuelve negativo cuando esta actitud se usa para reprimir emociones como el resentimiento, tristeza o enojo”.
Negar las emociones mal llamadas “negativas”, no sólo produce estrés sino que nos impide procesarlas. Esto implica que crezcan y se acumulen hasta que la situación se vuelve insostenible, impidiéndonos desarrollar competencias para regularlas.
Por ejemplo, si estás enojado -y no lo reconocés-, esto no implica que el enojo desaparezca, probablemente quedará enterrado en tu cuerpo. Las emociones reprimidas pueden manifestarse más tarde en ansiedad, depresión o incluso enfermedades físicas.
Algunas maneras comunes en las que se presenta la positividad tóxica pueden ser:
Esconder o enmascarar los verdaderos sentimientos.
Fingir que todo está bien.
Sentirnos culpables por tener emociones “negativas”.
Minimizar experiencias ajenas con frases como “todo estará bien”, “hay que ser positivos” o similares.
Consolar a otro diciendo “podría ser peor”, en lugar de validar sus emociones o experiencias.
Atacar, humillar o castigar a alguien por expresar frustración, ansiedad, tristeza o cualquier cosa que no sea positividad.
Aceptemos las emociones como información y guía, dejemos de clasificarlas como negativas porque esto implica un rechazo automático.
Admitir que existen estas emociones ayudará a sobrellevarlas y a disminuir su intensidad. Se trata de quitarnos un peso de encima, ya que además de poder procesarlas, podremos ser auténticos, más abiertos y conectar con nuestra vulnerabilidad, donde reside el verdadero poder.
Ser positivos no es algo malo, es bueno tratar de ver el lado positivo de las cosas, pero es igual de importante aprender a escuchar qué información quieren transmitirnos nuestras emociones y reconocerlas, incluso aunque sean negativas.
Aprender a conectar con nuestras sombras requiere mucha valentía, más es indispensable para comprendernos mejor, a nosotros mismos y a los demás y así vivir más livianos.