El entusiasmo que busca transmitir el equipo económico hacia afuera por el rebote del nivel de actividad en 2021 no tiene demasiados adeptos, en ninguno de los dos lados de la grieta, ni entre los consultores profesionales.
“Recuperación asintomática” es el original nombre con el que varios economistas vinculados a la política comenzaron a etiquetar a la recuperación de este año; esto significa, una mejora que tal vez pase desapercibida para la mayoría de la población, sobre todo en materia de empleo y, posiblemente, en términos de mejora del poder adquisitivo.
Curiosamente, o no, un economista del espacio del oficialismo es quien brindó en diálogo con Infobae el pronóstico más sombrío: “Hay tantas chances de un rebote como de otro colapso como en 2020 y, encima, sin los recursos que había entonces para asistir a la gente con el IFE y el ATP”, indicó, mientras observaba preocupado el aumento de los contagios por el COVID-19 en el inicio de la segunda ola.
“La calle está complicada sin el IFE y encima va a ser muy difícil pedirle a la gente en los barrios que se quede en sus casas si la situación sanitaria se vuelve más áspera”, advirtió. De todos modos, aclaró que, aún si no hubiera un fuerte rebrote, “la situación social es compleja”, tal como lo reflejaron los datos oficiales de pobreza del 2020.
A todo esto se suma la falta de acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI), ya que aunque el Gobierno quiere transmitir una sensación de calma por no tener que firmar el acuerdo hasta las elecciones, los economistas del oficialismo saben que, sin acuerdo, se enfrentan vencimientos este año que no se pueden pagar.
Desde las filas de Juntos por el Cambio, un exministro trazó un panorama similar, aunque más moderado. “No estás creciendo, perdiste nivel de rentabilidad y competitividad, pero habrá un rebote frente al 2020”, aseguró en forma anónima.
En particular, dijo que es muy posible que no haya una recuperación del empleo en la industria y que en los servicios, si se imponen nuevas restricciones, se mantenga la tendencia de caída. Este cuadro negativo generalizado posiblemente exhiba algunas excepciones, como la construcción, fuente habitual de generación de empleo rápido pero informal.
Pero a la incertidumbre macro y por el año electoral, el economista, de buen diálogo con varios estamentos del Gobierno, le sumó “las cuestiones regulatorias, por la doble indemnización y la prohibición de los despidos”. En suma, “no sabemos si estamos ante el rebote de gato muerto o vivo”, observó, en referencia a un concepto clásico de la economía que ilustra la situación de mejora tras una crisis fuerte.
Hay, reconoció, una “situación de estabilidad” -a raíz del control que el Gobierno logró sobre el dólar- pero sobre un piso endeble: inflación superior al 40% proyectada para este año, brecha cambiaria superior al 50% y pocas señales de una posible mejora en los niveles bajísimos de inversión.
“Varios están a la espera de algo que no va a pasar, así gane el Gobierno o la oposición en octubre”, aclaró el consultor.
Vacunas: la clave
Un factor que puede empeorar este cuadro de situación es si se sigue demorando el proceso de vacunación, advirtió. “No tanto por la cuestión sanitaria, que es muy relevante, sino también por el descontento a medida que vayan surgiendo nuevas restricciones”, aclaró.
De todos modos, esto no significa que necesariamente el Gobierno vaya a perder en octubre, indicó, con el expertise de haber visto varias sorpresas en la política local de las últimas décadas. “Si el oficialismo no se rompe, y la defensa del Gobierno sobre la situación de Formosa es un claro ejemplo de que privilegiará la unidad ante todo, entonces puede ganar”, afirmó.
Si ese fuera el resultado, “Cristina tomaría más protagonismo y caerían más las expectativas entre los pocos inversores que todavía esperan un cambio durante este mandato presidencial”, se lamentó.
De inmediato, aclaró que “ahora no hay stock para ser más intervencionista o estatista”.
De todas formas, “si perdieran las elecciones, cambiaría la dinámica política, sobre todo si la derrota es en el conurbano, porque los intendentes comenzarán a quejarse y a pedir más espacio”, adelantó el economista.