El triste final para un cacique de más de 100 años no empaña la idea de pensar que murió como un verdadero héroe.
Aparicio Benítez había decidido, pese a su estado de salud y su edad, acompañar a su nieta de 14 años hasta un hospital en Brasil, porque fue mordida por una víbora en la Biósfera Yabotí (San Pedro).
A pocos metros de llegar a la frontera, la niña cruzó para ser asistida en el hospital Itapiranga (Brasil).
Antes de despedirse, habían acordado que su abuelo regresaría a la comunidad Tacuaruzú, donde vivían, pero pasaron varios días y no se supo nada de su paradero. Tres días después fue encontrado su cuerpo.

Cuando la menor fue dada de alta y regresó a la aldea, encontró que su abuelo no había regresado, por lo que decidieron desde su comunidad dar aviso a la policía. Tras varios días y amplios rastrillajes por obrajes y trillos, en medio de una espesa vegetación, hallaron el cuerpo de quien luego fue reconocido como Aparicio Benítez.
Estaba a unos dos mil metros de la aldea y a 700 metros a la margen izquierda del camino que conduce a ella, en posición fetal, recostado sobre su lado derecho, sin signos de violencia aparentes.

En cuanto a la menor, recuperó rápidamente su buen estado de salud.









