Luz era una amigable niña de ojos color café y enorme sonrisa, igual a todos los demás niños del mundo. ¿Iguales? Sí, porque todos los niños son hermosos, diferentes, únicos y con un encanto especial.
No es un secreto que a la mayoría de los niños les encanta coleccionar cosas ¡Cosas de chicos! y Luz no era la excepción, coleccionaba cucharitas de helado, caracoles de mar, piedritas de colores pero su colección favorita eran sus pares de medias. ¡Sí! ¡Oíste bien! ¡Medias!. Todas de colores llamativos o con diseños extravagantes y divertidos.
Solo por nombrarte algunas: blancas con lunares multicolores, amarillas con rayas de abeja, violetas con nubes y arcoíris, beige con caritas de gatos, roja con emojis amarillos, marrón clarito con ositos mimosos, varias de colores flúor, celestes con arcoíris y unicornios.
Verdes con huellitas de patitas de perro, azules con estrellas plateadas con brillo, turquesas con delfines azules, negra con corazones rojos, y muchas más. Luz, se aseguraba de usar a todas, siempre. Sus amigos y familiares, como sabían que le gustaba mucho las medias así, cada vez que cumplía años o celebraban algo especial, acompañaban junto a su regalo, un par de medias divertido.
Cuando Luz comenzó a ir al jardín, ¡qué problema! Las medias que debía usar todos los días debían ser blancas, excepto los días de Educación física, ese día debían ser azules. Ella tenía muchas ganas de ir a la escuela con sus medias divertidas y extravagantes pero bueno… ¡Había que cumplir el reglamento!
Amaba ir a la escuela. Con lluvia o con sol, haga frío o calor, sus ojitos alegres y picarones y su mejor sonrisa siempre se dibujaba en su rostro desde que llegaba y hasta que se iba del jardín.
Un martes de primavera, se vistió con el short azul y la remera blanca, abrió el cajón de las medias y buscó con la mirada el par de medias azul y ¡no estaban por ninguna parte! Bueno, hoy me pondré las blancas, no creo que eso enoje al profesor de Educación Física– pensó…
Pero… ¡tampoco encontró las blancas!. Sin hacerse problema alguno, se calzó uno de sus pares de medias extravagantes y se sentó a la mesa a desayunar mientras esperaba a mamá, que terminó de colocarse los zapatos y apurada, como siempre, le acomodó la mochilita, le tomó de las manitos y se partieron rumbo a la escuela.
Al llegar al jardín, la seño la recibió como todos los días, con un beso dulce como la miel, un abrazo de oso, y juntas cantaron olas que vienen, olas que van, hola Luz, ¡Bienvenida a la sala!
Ya adentro de la sala, colgó su mochila en el perchero donde estaba su nombre, y salió nuevamente al patio para unirse al grupo de amiguitos que se deslizaban una y otra vez en el tobogán hasta que el ¡talán talán! de la campana los llamó para saludar a la Bandera. En la fila, Luz escuchó risitas y al mirar a sus compañeros, notó que sus miradas se dirigían a sus piernas.
Bajó la cabeza, se miró los pies y ¡ay qué vergüenza sintió! ¡Claro, se había puesto mal las medias y ni mamá se había dado cuenta! En el pie derecho tenía la media roja con caritas felices amarillas y en el pie izquierdo tenía la media rosa y celeste con arcoíris y unicornios.
La seño, al notar tanta bulla, antes de saludar a la Bandera, preguntó:
– ¿De qué se ríen?
– ¡De las medias de Luuuuz! – respondieron a coro.
– Me equivoqué al ponérmelas, no son iguales… -dijo Luz a la mae, sonrojada por la situación.
La seño, que además de buena era también muy inteligente les dijo: ¡No se burlen niños, las medias de Luz son de diferentes colores y diseños, pero son iguales! Las dos son medias, las dos abrigan y protegen sus pies, ¡son iguales! – repitió.
-Sí seño, tiene razón- agregó Morena. ¡Como los seres humanos! Cada uno de nosotros es como es, pero todos somos personas, aunque no nos parezcamos, somos todos iguales.
-Síii, como nosotros, asintió la maestra emocionada porque siendo tan pequeños ya comprendían que todos somos todos tan diferentes, pero a la vez tan iguales…
Desde ese día, todos los niñitos del jardín, descubrieron que usar medias como las de Luz era muy divertido y con el permiso de la seño y el profesor de Educación Física podían usar medias divertidas y extravagantes en vez de las azules los días martes y a la semana siguiente, que según el almanaque era 21 de marzo realizaron una hermosa fiesta a la que llamaron “Las llevo diferentes porque todos somos iguales” y la condición era asistir con medias desiguales y cuantas más diferentes ¡mejor!
¡Y colorín colorado, ahora que sobre esta campaña ya lo sabes, cada 21 de marzo, tus pies observaré!