En 1960, en Shaperville (Sudáfrica), la policía reprimió violentamente una manifestación pacífica contra la Ley de Pases del régimen del Apartheid, con un saldo de 69 muertos. Seis años después, en 1966, la Asamblea General de Naciones Unidas proclamó al 21 de marzo como el Día Internacional de la Eliminación de la Discriminación Racial en conmemoración de esa Masacre.
El objetivo fue instar a redoblar los esfuerzos para eliminar todas las formas de discriminación racial. ¿Se cumplió? ¿Cuál es la realidad en 2021?
El régimen Apartheid fue un conjunto de leyes y normas que regulaban las relaciones entre la minoría blanca y la mayoría no-blanca en Sudáfrica, donde se establecía la segregación racial y la discriminación política y económica hacia la población no-blanca. Se clasificó, separó y jerarquizó a la población sudafricana en cuatro grupos raciales: sudafricanos/as negros (o bantúes), de color (mestizos), indios (indios y pakistaníes) y blancos.
Se promulgaron leyes para controlar y restringir la vida cotidiana y los derechos de los sudafricanos no-blancos. Una de las primeras fue la Ley de prohibición de matrimonios mixtos de 1949, para proteger la “pureza” de la raza blanca. En ese contexto se sancionó la Ley de Pases, que originó la manifestación en Shaperville. La misma establecía que las personas negras, indias y de color deberían llevar un documento, o un pase, que autorizara su presencia en áreas que les eran restringidas. Quien no lo presentaba, era arrestado.
La era del Apartheid en Sudáfrica es única en su tipo porque formalizó la segregación y el odio racial a través de la ley. Pero la segregación y el odio racial se han presenciado y siguen vigentes en muchos países de todo el mundo de varias maneras.
“El racismo es una práctica invisible y cotidiana”, señaló a ENFOQUE el licenciado en Antropología Social y becario doctoral CONICET, Arón Bañay, quien además es miembro del equipo de investigación del Programa “Educación Superior y Pueblos Indígenas y Afrodescendientes en América Latina”.
“Si bien el concepto de ‘raza’ para la especie humana se considera ‘superado’, su trasfondo biologicista continúa expresándose tanto de maneras explícitas y abiertamente declaradas, como de forma solapada”, agregó.
“Racismo oculto”, “sistémico” y “estructural” son algunas de las expresiones utilizadas por especialistas para nombrar este problema, “lo que sirve para llamarnos la atención sobre este problema que, invisible y operando a diario como el nuevo virus que nos flagela, corroe a nuestras sociedades latinoamericanas profundamente diversas”, manifestó Bañay.
El también docente de la carrera de Antropología Social de la Facultad de Humanidades y Ciencias Sociales de la UNaM, calificó al racismo como una “ideología” que “clasifica a las personas según su color de piel, su posición socioeconómica y sus prácticas culturales” y la catalogó como una “antigua pandemia” que afecta a América Latina y especialmente “a las personas y los pueblos indígenas y afrodescendientes. La discriminación racial se refleja no sólo en prejuicios y descalificaciones, sino también en la exclusión y ‘ninguneo’ de las historias, lenguas y conocimientos de esos pueblos, afectándolos no solamente a ellos sino privando a la sociedad entera de conocerlos”.
Bañay señaló que el asesinato de George Floyd, asfixiado hasta la muerte por un policía de Minneapolis, Minnesota (Estados Unidos(, instaló el tema del racismo en los medios de comunicación y desató una ola de revueltas populares en el país del norte, que se fueron extendiendo por todo el mundo bajo la consigna #BlackLivesMatter, pero que “el problema está presente hasta en los lugares más altos del poder mundial como la corona británica. Opera a diario y en todos los estratos sociales, pero quienes más lo viven en el cuerpo son los sectores más excluidos y que no son noticia”.
El licenciado en Antropología Social citó ejemplos cercanos, como el asesinato en Brasil de la concejala del Partido Socialismo y Libertad (PSOL), Marielle Franco. “Fue un crimen político y de odio hacia todo lo que representaba por ser mujer, feminista, bisexual, negra, favelada, socialista y activista de derechos humanos”.
Para Jair Bolsonaro, actual mandatario brasileño, “el racismo es una cosa rara” y en una ocasión manifestó que en 1978 salvó a un negro de ahogarse en un lago, aduciendo que si él fuera racista “se habría quedado de brazos cruzados”; o incluso ha dicho que “cada vez más el indio es un ser humano igual a nosotros”.
En Bolivia, tras la salida de Evo Morales de la Presidencia en noviembre de 2019, “a través de la televisión y los periódicos pudo observarse que miembros de las fuerzas armadas bolivianas se arrancaban el distintivo que representa a la Wiphala de sus uniformes, cuando esta bandera fue adoptada y reconocida como símbolo en su Constitución del año 2008, donde se reconoce como un Estado Plurinacional”, indicó Bañay en un hecho con connotaciones claramente racistas.
“En Argentina es frecuente que algunos altos funcionarios estatales proclamen públicamente frases hechas y sin asidero como que ‘los argentinos descendemos de los barcos’, ignorando la migración limítrofe, la presencia preexistente de pueblos indígenas y la diáspora afrodescendiente esclavizada y comerciada con la anuencia de Estados europeos. Además, constantemente pretenden instalar que los problemas relacionados al robo y al contrabando de estupefacientes tiene relación directa con las personas migrantes”, explicó el docente e investigador.
Bañay señaló el caso de la joven mbya Myrian Bogado, de 19 años, como un caso de “racismo judicial” en Misiones. “Estuvo detenida de febrero a septiembre de 2019, acusada de un hecho doloso como la muerte de su hija de 4 meses que había nacido con serias complicaciones de salud, negándole la participación de intérpretes y desconociendo todo derecho consuetudinario. En foros de periódicos digitales, y en redes sociales, los comentarios de nuestros comprovincianos hacia el pueblo mbya asombran e indignan”, remarcó.
Otro hecho que caló hondo en la sociedad argentina fue el caso de Fernando Báez Sosa, cuyos padres son de origen paraguayo. “Un grupo de jóvenes le propinó tremenda paliza bajo el mote clasista y racista de ‘negro de mierda’, tan frecuentemente escuchado a lo largo y ancho de nuestro país”.
En el ámbito de la salud “abundan ejemplos de discriminación racista por parte de profesionales formados en universidades públicas y en menor medida en instituciones privadas, donde desestiman el abordaje alternativo por parte de estos pueblos considerándolos ‘medicina folclórica’ o situaciones de tipo anecdótico”. Además, “la directa vinculación a las personas de origen asiático con la pandemia de coronavirus, mencionada por algunos medios nacionales como ‘gripe china’”.
El Apartheid fue un sistema original de África del Sur, destinado a evitar que los negros invadan su propio país. El nuevo orden lo aplica, democráticamente, contra todos los pobres del mundo, sea cual fuere su color”
Eduardo Galeano
“Toda esta descripción puede contenerse en una sola palabra, así provenga de un vecino de la cuadra o de un alto funcionario estatal: ignorancia. Y si la principal herramienta para combatirla es la educación, las universidades y otras instituciones de educación superior juegan un papel significativo en la formación no sólo de profesionales en diversas áreas sino, como señala el investigador del CONICET Daniel Mato, director de la cátedra UNESCO ‘Educación Superior y Pueblos Indígenas y Afrodescendientes en América Latina’, en formar a docentes de todos los niveles educativos, dirigentes sociales, funcionarios públicos, legisladores y a quienes toman decisiones a fin de erradicar de manera efectiva al racismo que afecta a nuestras sociedades”, señaló Bañay.
En junio de 2018, esta cátedra lanzó la “Iniciativa para la Erradicación del Racismo en la Educación Superior”, un portal web con contenidos educativos de fácil acceso, que contó con la adhesión de rectores de más de veinte universidades de nueve países latinoamericanos, como centros de investigación, carreras y cátedras y de más de sesenta colegas de diez países latinoamericanos que ya se han incorporado a su red de colaboradores.
“La puesta en marcha de esta iniciativa constituye un paso promisorio. Por lo pronto ya ha logrado que todas las universidades participantes e incluso algunas más organicen foros, seminarios virtuales y otros tipos de actos para conmemorar el Día Internacional de la Eliminación de la discriminación racial y promover reflexiones y debates sobre el tema que, junto con la realización de talleres en Internet y campañas comunicacionales contribuyan a dinamizar las transformaciones institucionales”, indicó el docente e investigador.
Para cerrar, Bañay consideró importante modificar la Ley de Educación Superior 24.521 “a fin de adecuarla a los marcos de derechos reconocidos a pueblos indígenas y afrodescendientes que la actual ley no contempla, excluyendo al conjunto de la sociedad de los conocimientos, lenguas, visiones de mundo y valores de los pueblos indígenas y afrodescendientes en la formación de profesionales y en el desarrollo científico y tecnológico del país. El racismo nos afecta y empobrece cotidianamente sin que lo tengamos en cuenta”.
Por Rocío Gómez