La vanidad es una de las pasiones más desastrosas. ¿Qué le ocurre al individuo que se apoltrona? Deja de progresar, deja de trabajar, deja de crear valor añadido. Si estás ya demasiado satisfecho de tí mismo es probable que hayas dejado de progresar. Como dijo Bob Dylan, “el que no está ocupado en nacer está ocupado en morir”. El que no sube, baja.
Hay un tipo de vanidad que procede de las comparaciones. En otro tiempo yo creía que había llegado muy lejos porque había avanzado algo en comparación con mis conocidos. Este es uno de los errores más graves en que se pueda caer, ya que tal vez sólo significa que nuestros conocidos no han llegado muy lejos.
Aprende a juzgarte a tí mismo en relación con tus propias metas, no por lo que aparenten tus vecinos. ¿Por qué? Pues porque nunca dejarás de encontrar ejemplos que te hagan sentirte justificado.
¿No lo hacías cuando eras niño? Quizás decías: “Fulanito ha hecho tal cosa, ¿por qué no puedo yo?”. A lo que tu madre seguramente contestaba: “Lo que haga Fulanito no me importa”. Y tenía razón. No te preocupes de lo que hacen Fulano o Mengano; ocupate de lo que seas capaz de hacer tú, de lo que consigas crear o alcanzar.
Trabaja de acuerdo con un conjunto de metas dinámicas, activas, estimulantes, que te ayuden a hacer lo que deseas y no lo que han hecho otros. Siempre habrá alguien que tenga más cosas que tú y alguien que tenga menos. Nada de esto tiene importancia. Debes juzgarte con arreglo a tu propia medida y nada más.
He aquí otra recomendación para evitar la autocomplacencia: mantente alejado de los comadreos. Ya sabes a qué me refiero. Se trata de esas sesiones en donde se pasa revista a los hábitos de trabajo, las costumbres sexuales y la situación económica de todo el mundo. Son como un suicidio, ya que envenenan la mente haciendo que uno se fije en lo que hacen los demás con su vida particular y no en lo que uno podría hacer para mejorar su propia experiencia vital.
Es fácil dejarse engatusar para participar en una de esas “sesiones”, pero si lo haces recuerda que no son sino una manera de distraer el aburrimiento de los fracasados. Un sabio caudillo indio, Trueno Rodante, solía decir: “Habla sólo por una buena razón”.
Recuerda que siempre se recoge lo que se ha sembrado. Así pues, te invito a distanciarte de las mezquindades de la vida. No te ocupes de pequeñeces. Si prefieres ser vanidoso y mediocre, dedícate a murmurar sobre quién se acuesta con quién; pero si quieres ser diferente, desafíate a tí mismo, ponte a prueba y convierte tu vida en algo especial.
Vive con Pasión, Tony Robbins