Desde hace ya un año las fronteras entre Argentina y los países limítrofes se suponen cerradas para el tránsito internacional. Sin embargo, el contrabando de diferentes productos (cargas realmente millonarias hasta las no tanto) desde Misiones con Brasil y Paraguay sigue formando parte de la economía informal, de un mercado negro que sigue moviendo dinero para beneficio de unos pocos.
Misiones volvió a ser, días pasados, noticia nacional por haberse destacado entre las provincias por el fuerte y nuevo incremento en su recaudación impositiva interna. Se trata de impuestos que pagan los misioneros por mercaderías y servicios que se adquirieron en febrero en el mercado formal.
Así como se dijo que se podrían hacer obras públicas 10 ó 15 veces más si la provincia no tuviera impuestos nacionales, ¿cuánto más se podría generar de políticas y apoyo del Estado si el contrabando no estuviese tan fortalecido?
En el pase ilegal de la soja a Brasil los conocedores del mercado hablan de una “mafia” detrás de un movimiento económico calculado en casi 700 mil pesos por camión.
Detrás del contrabando de otros productos (bebidas, artículos de limpieza, electrodomésticos cigarrillos hasta tabaco) tal vez no se esté frente a una organización mafiosa pero sí parece haber un entramado de intereses que sigue siendo difícil de desarticular.
El Gobierno nacional, con Prefectura y Gendarmería como sus fuerzas en terreno, es el responsable de ponerle un freno a ese contrabando cuya cara más peligrosa es sin dudas la narco.
Pero, lejos de mostrar interés por hacerlo, hasta retira las ya famosas lanchas israelíes de última tecnología que estaban destinadas a nuestra frontera. Podría ser por la falta de uso, si no es difícil entender semejante determinación de la ministra de Seguridad, Sabina Frederic.
El “colador fronterizo” sigue abierto. Millones de pesos se fugan o quedan para unos pocos mientras nos perjudicamos los misioneros y el conjunto de los argentinos.