Escucha los susurros de tu corazón, recuerda la libertad, somos eternos, infinitos, ingobernables en esencia porque nos pertenecemos a nosotros mismos.
Escucha en el silencio los murmullos de tu corazón. Simplemente ¡aprende a amar!
Escucha en silencio y en soledad, sólo escúchate. Es tu alma que invocas en quietud y silencio, es sólo ella la que tiene el poder de hablarle a tu corazón. Y dice: “No existe el pecado sólo la experiencia. Si piensas en el pecado es que te domina el miedo y donde existe el miedo, el amor no entra”.
Rompe las corazas del miedo construido durante milenios a tu alrededor y deja que sea tu alma la que te libere, ella está aquí para cumplir su destino, hacer experiencia y llevarte al otro lado del camino donde no existe el bien ni el mal.
Donde habiendo ganado el autogobierno de tus acciones y descubierto la unidad de la conciencia podrás descubrir que todos juntos formamos un hombre mejor, universal, más elevado, iluminado, más compasivo, evolucionado. “Todos somos uno”, ese es el murmullo de tu alma; todos somos uno porque todos venimos de la misma madre, la naturaleza y volvemos nuevamente a ella al concluir nuestro ciclo.
Todos somos uno y juntos formamos la humanidad a la cual solamente podemos conocer cuando abrimos nuestra mirada interna desde y hacia el corazón.
¡Se abre desde dentro invocada desde fuera!
Rompe con las corazas del miedo, es una ilusión contada por aquello que quieren controlar. El corazón sólo le pertenece a tu alma, ella es la que guía tu camino, la que traspasa las fronteras de la conciencia, la que eleva la mirada hacia un mundo mejor.
No basta con el “yo soy”. Comencemos a mirar el “tú eres”, entonces nos abriremos con respeto hacia todos.