Siempre que un niño o un adolescente se sumergen en un espacio con agua, un adulto debe estar supervisando. Con esta premisa, los especialistas encaran las campañas de prevención este verano en distintos puntos de Argentina. Medidas que se reiteran cada temporada pero no parecen suficientes, teniendo en cuenta las tragedias que suceden año tras año.
Según la Organización Mundial de la Salud, en América el ahogamiento es la segunda causa de muerte por traumatismo no intencional entre 1 y 14 años de edad.
Así podríamos citar el caso más reciente y que toca de cerca a Misiones con los tres hermanos de 8, 10 y 13 años que murieron ahogados en el río Paraná, en cercanías de Wanda hace una semana. Sus cuerpos fueron hallados al otro día por la Prefectura Naval y la Policía de Misiones.
La desaparición ocurrió en una zona conocida como “Picada Cárdenas”, donde el río, en ese punto, tiene una altura de 9.20 metros. Los hermanos Víctor Fabián, de 13 años, Walter Matías, de 10, y Sergio Rafael Guillén, de 8, vivían a dos kilómetros del lugar.
Otro caso reciente tuvo lugar en la localidad de Manuel Alberti, partido bonaerense de Pilar- donde un nene de 2 años murió ahogado un par de domingos atrás en una pileta de lona que estaba en el fondo de su casa, con apenas unos 40 centímetros de agua.
Los descuidos de los adultos –que a menudo terminan de la peor forma- suelen fundamentarse muchas veces en que los chicos “saben nadar” o en que tienen chalecos, bracitos o flotadores. Estos son sólo algunos ejemplos traídos y ocurridos en forma reciente en el país.
Datos y cifras
Los ahogamientos son la tercera causa de muerte por traumatismo no intencional en el mundo y suponen un 7% de todas las muertes relacionadas con traumatismos. Se calcula que en el mundo mueren cada año por ahogamiento 320 000 personas.
Es posible que las estimaciones mundiales subestimen notablemente la magnitud real del problema de salud pública que suponen los ahogamientos. El riesgo de ahogamiento es mayor en niños, varones y personas con fácil acceso al agua, según la OMS.
Datos a tener en cuenta
Con los datos, sucesos y estadísticas en mano años tras año, desde el Área de Infancia de la Dirección de Salud Materno Infanto Juvenil del Ministerio de Salud de Entre Ríos, armaron a modo de recordatorio medidas de prevención para evitar lesiones y ahogamiento en orillas, piletas y aguas oscuras (lagos, ríos o mares), los cuáles pueden ser aplicados cuasi perfectamente en cualquier punto del país, incluido Misiones, claro.
Entre las recomendaciones más importantes, la integrante del área del Ministerio de Salud de Entre Ríos , Valeria Rodríguez Alcántara, destacó que: “Hay que evitar que los chicos jueguen o se sumerjan en aguas no autorizadas o desconocidas, y en caso de tener piletas en las casas o si vacacionan en lugares con aguas abiertas, enseñarles a nadar y a respetar las señales de peligro”.
“Siempre tiene que haber un adulto responsable a cargo supervisando de forma directa y permanente, y con la capacidad para asistir al niño ante una emergencia”.
“Los más chicos pueden ahogarse en poca agua y en pocos minutos, aunque tengan bracitos inflables, chalecos u otros flotadores, que no son métodos seguros de protección en menores de tres años”, recordó la especialista
A lo que la pediatra agregó: “Es vital no confiarse en que el niño sabe nadar o tiene bracitos inflables o flotadores, sino que hay que mantener la observación directa sobre ellos tanto cuando están en el agua como cuando se encuentran en cercanía a piletas o aguas abiertas, ya que en un descuido pueden meterse o caer en el agua”.
“Además, se deben proteger piscinas familiares con cercos de al menos 1 metro (ideal 1,5), con una puerta de acceso que no pueda ser abierta por los niños. Debe tener barrotes verticales que no permitan el paso de la cabeza y la separación entre los mismos no debe ser mayor de 10 centímetros”, puntualizó Rodríguez Alcántara.
Por otra parte, la profesional se refirió a los elementos de protección en las piscinas o para navegar: “Las bombas de succión pueden traer problemas, por esto, aconsejamos tapar las bocas en todas las piletas”.
Además, “para quienes vayan a bordo de cualquier tipo de embarcación, siempre deben usar chaleco salvavidas con al menos tres broches seguros, correa inguinal y con material sintético de alta flotabilidad”.
Cabe destacar que se recomienda evitar la presencia de lactantes menores de 24 meses en vehículos náuticos (salvo en embarcaciones de mediano y gran porte, con logística de salvataje adecuada) ya que corren altísimo riesgo en caso de emergencia o naufragio.
Respeto a las aguas abiertas
En cuanto a los riesgos de bañarse en ríos, arroyos, lagunas y lagos, se destaca que el agua turbia impide la visualización del cuerpo en caso de inmersión, y la profundidad es impredecible. Por esto, Rodríguez Alcántara señaló: “Los menores deben ingresar siempre acompañados por un mayor que los lleve de la mano, y jamás zambullirse”.
La posibilidad de supervivencia de un niño o adolescente sumergido totalmente en agua “no transparente” es inferior que en las de una piscina, más aún si hay remolinos o corrientes.
“Desde pequeños deben saber que hay que tener gran respeto y prudencia por las aguas abiertas, para evitar complicaciones y lesiones”, remarcó la médica.
Reglas que salvan vidas
Es esencial enseñar a niños y adolescentes que ante una caída no deben gastar energías nadando. Es mejor intentar flotar y pedir auxilio; sacarse inmediatamente zapatos y ropas, ya que nadar con esta indumentaria exige un enorme esfuerzo y no protege de la hipotermia.
Además, desde la cartera sanitaria entrerriana se indicó que hay que elegir balnearios con condiciones mínimas de seguridad: boyado visible y guardavidas profesionales (entrenados en Reanimación Cardio Pulmonar –RCP- y en número adecuado según bañistas).
Fuente: elentrerios.com y Redacción Central