El fútbol, como la vida misma, tiene giros de ensueño. Sorpresas inesperadas. Y esa es la historia del Posadas Camp.
En nueve meses, el grupo nacido para que los jugadores misioneros varados en casa por la pandemia no dejen de entrenar se transformó en una de las canteras del fútbol misionero.
Y es que casi una decena de sus futbolistas fueron convocados para arrancar la pretemporada con Crucero del Norte, rumbo al próximo Federal A. Sueño cumplido.
Una breve reseña. En mayo, en plena cuarentena nacional, varios jugadores de la tierra colorada con presente en Buenos Aires debieron volver a casa.
Apasionado por el fútbol como pocos, Eze Da Silva resolvió darles una mano: organizó entrenamientos diarios gratuitos en el complejo privado Nápoles, en Lavalle y Quaranta.
Muchos de esos jugadores ya volvieron a Buenos Aires, pero el Posadas Camp, como fue bautizado, se transformó en referencia para los players que quieren prepararse física y futbolísticamente. Y como una bola de nieve, la idea -que había surgido de la urgencia- se hizo imposible de detener.
“Esto es un orgullo, una satisfacción enorme. Para nosotros es un gran salto. Poder estar trabajando con Crucero es lo máximo”, sintetizó a EL DEPORTIVO el propio Da Silva, alma máter del Posadas Camp, más conocido por estas horas como “Cholo”.
El tema es que, cuando el Posadas Camp se hizo famoso, se sumaron varios jugadores de renombre. Sin ir más lejos, Cristian Barinaga, exGuaraní y San Martín de San Juan, fue uno de los iniciadores junto a Da Silva. Y así se formó un equipo que no tardó en salir a jugar amistosos contra Guaraní, Candelaria o Atlético Posadas.
En eso llegó el interés de Crucero del Norte, que resolvió bajarse del actual Federal A pero se prepara para el próximo con una base de jugadores misioneros. “Nosotros veníamos hablando con Dardo Romero. Hace algunas semanas, jugamos un amistoso contra Candelaria y él fue a vernos. No fue un buen partido y nos quedamos con gusto a poco. Por eso, hace quince días organizamos un amistoso con el combinado que Crucero armó en sus recorridas por el interior. Jugamos en el estadio de Santa Inés y nos fue muy bien, ganamos 6-0”, explicó Da Silva. “Es que los chicos vienen entrenando desde hace seis o siete meses”, explicó.
Y fue así que Crucero echó un ojo sobre el Posadas Camp y citó a un grupo de sus jugadores para iniciar la pretemporada, el próximo martes. Se trata de Nico Golomba, Santi Verón, Tomás Silvero, Seba Silva, Enzo Zárate, Cristian Risko, Gonzalo Valdivia, Nico Morel y el Tucu Gamarra.
“Y después, tanto Dardo como Carlos Marczuk nos recomendaron a chicos del club que van a jugar en el Federal, para que vengan a prepararse con nosotros”, agregó. En esa lista están promesas como Santino y Matías Ruiz Díaz, Pablo Stupinski, Nahuel Somariva, Gabriel Brítez, Joaquín Machado y Ulises Adoryán.
“Para mí fue una satisfacción enorme. Nuestra idea desde el principio fue siempre la de apoyar al fútbol misionero”, subraya Eze Da Silva, quien enseguida brinda un ejemplo para entender la magnitud: “Muchos de estos chicos, con 25 años o un poquito más, ya estaban retirados del fútbol, trabajando de otra cosa; Tomy Silvero, por ejemplo, debutó en la B Nacional con Crucero cuando tenía 17 años, estuvo en Estudiantes y Newell’s, pero no le fue bien por el tema del representante, se volvió y estaba trabajando de albañil. Nosotros acá le hablamos y lo convencimos. Y hoy es el mejor del grupo. Lo mismo pasó con Enzo Zárate, Seba Silva o Santi Verón, que hizo inferiores en River y no jugaba más hace cuatro años. Todos van a hacer la pretemporada con Crucero. El fútbol misionero no puede desperdiciar ese tipo de jugadores”.
Más allá de la fama que ganó, el Posadas Camp sigue siendo gratuito. “Siempre fue gratuito, es que ayer hablábamos con la gente de Nápoles, con Gaby y Juampy, y hay chicos que no tienen para pagar el colectivo. Muchos no pueden creer que no estemos cobrando, pero nosotros sólo queremos darles una mano, porque no está fácil”, sintetizó Da Silva.
Hoy por hoy, el grupo entrena de lunes a sábados en doble turno, primero a las 7 y después a las 15. “Además de lo físico, también hacemos mucho hincapié en lo psicológico. Para mí, lo primero es la cabeza. Ellos tienen que estar convencidos que, acá o en Buenos Aires, pueden salir a la cancha y comerse a cualquiera, no tienen que dudar de eso”, cerró el entrenador. La meta es esa: devolverles la ilusión a los futbolistas misioneros.