
En póker también se juega por el título mundial, que otorga un brazalete dorado con diamantes y muchos dólares. Quien se dio el gusto de cumplir su sueño y ser el primer argentino en ganar la tradicional Serie Mundial se llama Damián Salas.
Nació en La Plata hace 45 años, es abogado de profesión; casado, con tres hijos, hincha de River y jugador de póker por vocación, uno de los tipos más apasionados por este deporte mental.
Hace una semana se consagró campeón en el Rio All Suites Hotel & Casino de Las Vegas y, además de la pulsera que lo distingue como el mejor jugador del mundo del 2020, ganó un millón de dólares, como parte del premio global de 2,5 millones que obtuvo el residente en Chascomús.
Salas derrotó en el mano a mano al otro finalista, el estadounidense Joseph Hebert, quien no era el favorito, pero estuvo con una ventaja de 8-1 para quedar en la gloria. Salas, en una remontada épica, no lo dejó. El llamado heads up duró 173 manos y seis horas y media, desgastante.
Ya con Salas y Herbert clasificados como rivales para definir al campeón mundial, el heads up se debía jugar el 30 de diciembre. Sin embargo, se tuvo que posponer porque Estados Unidos no le permitía la entrada a Salas, ya que todavía no habían pasado las dos semanas de “cuarentena” desde que había salido de Europa.