Si algo hemos aprendimos este año es que no controlamos nada, que la vida es un proceso, que cada acto que realizamos es el producto del anterior y germen del subsiguiente y eso es sólo el inicio para comprender el proceso conscientemente. Proceso que se da cuando comenzamos a hacernos responsables de las consecuencias de nuestros actos. Sólo entonces podemos salir del pensamiento infantil de lo mágico.
Dejando de pensar en lo trascendental como una salida rápida, comenzamos a transitar el arduo camino de regreso hacia nuestro interior.
Si algo hemos aprendido este año es que para los procesos se necesita tiempo, tiempo de estar cada uno consigo mismo y que el proceso se cumple siempre, porque es matemático y espiritual, recordemos que las matemáticas según Pitágoras son otra forma de explicar lo espiritual.
Entonces como el proceso es algo que no podemos evitar, ya que todos formamos parte del movimiento de la evolución si no lo hacemos desde la conciencia, el destino nos arrincona, nos acorrala, nos encierra para que lo completemos. No podemos pasar al siguiente estadio si no hemos concluido el anterior.
Eso justamente es lo que aconteció a nivel humanidad este año.
Podemos ponerle el título que cada uno quiera, pandemia, virus, miedo, salud, distanciamiento social, prevención, a todos nos tocó vivir una realidad igual, pero a la vez diferente para cada uno y así poder vivirla hasta completar y agotar el proceso para decir: ¡Ciclo concluido!
No escapamos a un orden mayor con o sin conciencia, el proceso tiene que ser vivido experimentado y completado porque la evolución así lo plantea.
Esto es maravilloso, aterrador y liberador a la vez.
Maravilloso porque nos damos cuenta de que todos formamos parte de algo mayor. ¡Todos pertenecemos!
Aterrador si pensamos en términos de controlar para no sufrir o zafar.
Liberador si podemos comprender y asentir a todo tal y cual es. No nos olvidemos que cada acto siempre es el producto del anterior, aunque lo hayamos realizado sin conciencia y el germen del subsiguiente, esperando que lo podamos realizar conscientemente para poder ir a la par de la evolución global.
Que este año cada uno de nosotros pueda capitalizar la experiencia de la crisis como un salto evolutivo de crecimiento y que podamos darnos cuenta que todos formamos parte de algo mayor. Que siempre es mejor cooperar que obstaculizar, así de una buena vez podremos aprender desde el amor para que pueda surgir ese nuevo orden mundial, orden que todos aspiramos, orden, luz, amor, poder e igualdad en nuestros corazones para construir sin tener que destruir.
Feliz y bendecido Año Nuevo en los corazones y mentes de cada uno de nosotros.