El tiempo, la perseverancia, la voluntad y la mano tendida al vecino y al que está de paso hacen que personas como Saturnino Godoy sean “parte del paisaje”, al punto que hoy es casi imposible imaginar la rotonda de esta capital provincial sin su presencia. Y esta Navidad lo sorprendió gratamente.
Un momento difícil le permitió ver el cariño de quienes frecuentan la zona y la movilización que provocó, por supuesto, trajo consigo la solución, un puesto donde resguardase y proteger su mercadería, que llegó desde el mismo intendente.
Sí, son más de cuatro décadas, 42 años para ser exactos, los que lleva apostado allí, de lunes a domingo, desde antes del amanecer.
“Mi zona me salió 60 millones (Peso Ley). Eran tiempos en que se vendían muchos diarios y las zonas valían fortunas, mis hermanos me ayudaron a comprarla y en febrero de 1978 asumí como titular”, recordó y el nudo en su garganta se hizo más evidente porque no pudo dejar pasar el mal momento que le tocó vivir los días pasados, cuando por un mal entendido recibió una notificación en la que se lo obligaba a abandonar su lugar de trabajo.
Pero los vecinos no estaban dispuestos a perderlo. Las muestras de solidaridad se replicaron en cientos de actitudes, no faltaron los ofrecimientos de dinero y, por supuesto, el espacio físico donde instalarse.
“Satu”, como lo llaman los conocidos, ya tiene donde resguardarse, la farmacia le cedió un espacio y allí instaló el puesto que el intendente, ingeniero Leonardo Stelatto, le facilitó.
“Sangre canillita”
Godoy llegó a la capital misionera desde Jardín América siendo un niño, cuando la enfermedad de su padre movilizó a toda la familia, y cuando falleció debieron encontrar cómo sustentarse económicamente. Primero fue su hermano y a los quince días, con sólo nueve años, comenzó a acompañarlo a vender diario.
Pasó su vida, 51 años, repartiendo diarios. En la calle encontró la escuela que no supo (porque eran otros tiempos) hacerle un lugar; amigos y una familia.
Sus ojos se llenan de lágrimas cuando hace un balance de los tiempos vividos, los de antaño y los recientes. Esta Navidad, “Satu” cosechó lo que sembró: solidaridad, respeto, bondad y compromiso.