
“Volver”, “Caminito”, “El choclo”, “Uno”, “Cambalache”, “La última curda”, “Mi Buenos Aires querido” son sólo algunas de las joyas que ha dejado el tango a lo largo de la historia.
El tango se canta, se baila, se vive, se siente y supo llegar a los lugares más lejanos en tiempos donde la Internet era inimaginable.
Con un gran poder de seducción, este género se sobrepuso al tiempo, atravesó fronteras y cautivó al mundo en la figura de Carlos Gardel y luego de otros grandes que dedicaron su vida a este arte.
Este miércoles, como cada 11 de diciembre desde hace 47 años, se conmemora el Día Nacional del Tango, en honor a la fecha de nacimiento de dos grandes del 2×4: el mencionado Gardel (en 1890) y el director de orquesta y renovador del género Julio De Caro (en 1899).

La efeméride fue un logro impulsado por Ben Molar que se concretó en 1977, aunque la propuesta data de muchos años antes y en principio el Día del Tango se celebraba solo en Buenos Aires.
Cuenta la historia que una noche de 1965, Ben Molar estaba en la esquina de Corrientes y Esmeralda, conocida como la Esquina del Tango, camino a la casa de Julio De Caro para festejar su cumpleaños. Fue entonces cuando asoció la fecha de nacimiento de De Caro con la de Carlos Gardel y surgió la idea de que existiera un Día del Tango, en reconocimiento a ambos emblemas de este género.
Años después, el 29 de noviembre de 1977, salió la esperada resolución en Buenos Aires. El 11 de diciembre de ese mismo año, una multitud se dio cita en el Luna Park para asistir a un festival de tango, donde Julio De Caro recibió ovaciones de unas 15 mil personas.
Ben Molar quiso llevar la celebración a nivel nacional y ante una nueva propuesta logró que el 19 de diciembre de 1977 se estableciera que desde entonces se celebraría el Día Nacional del Tango cada 11 de diciembre.