Todo aquello que sentimos, nos motiva, nos anima. Todo aquello que nos mueve, nos atraviesa, nos da sentido nos impulsa a ser mejores a experimentar a evolucionar nos ata a ¡la vida! ¿Qué es sino la vida?. La vida es hacer experiencia. Todo suma.
Hacer experiencia confiando que todo siempre es para mejorar. Hacer experiencia en nuestra vida y descubrir la materia, hacer experiencia para mejorar, iluminar, trasformar en nosotros todos aquellos espacios de sombra que todavía nos habitan.
Hacer experiencia para hacernos conscientes del milagro de la vida. Hacer experiencia para descubrir en la materia nuestra parte espiritual.
Hacer experiencia sin miedo a la vida teniendo como compañía la muerte, como final. Hacer experiencia sabiendo que somos efímeros, que somos momentos, que somos finitos.
Hacer experiencia sin miedo a equivocarnos porque nadie nace sabiendo, nacemos para aprender de la vida y de nosotros mismos.
Que nadie te diga qué está mal, quizás para vos no está mal. Sólo siente tu interior, despierta esa voz interna que te guía. Que nadie te diga cómo hacer, quizás lo que a otro le sirve a vos no.
Que nadie te diga cuándo comenzar, qué ponerte, cómo pensar. ¡Por favor! Aprende a serte fiel porque somos lo único que tenemos, nos tenemos a nosotros mismos y nos compartimos con los demás.
Aprende primero a relacionarte con tu interior y así descubrirás quién eres y quién no eres. Luego decidirás. Todos formamos parte, todos tenemos un lugar, nadie queda afuera en la Gran Creación, la diversidad existe y está bien que así sea, nos nutrimos unos de otros y así sigue la gran danza de la vida.
Aprendamos a bailar hasta el final, con amor y alegría aceptando lo que nos toca a cada instante, es única para cada uno de nosotros. Somos únicos e irrepetibles. Todos somos iguales, pero diferentes.
Una historia de Buda para la observación de las emociones
La noche anterior a su iluminación, Buda libró una gran batalla con la deidad demoníaca Mara, quien atacó con todo lo que tenía al que por entonces era el bodhisattva Siddhartha Gautama: lascivia, codicia, ira, duda, etc. Tras su fracaso, Mara se sumió en el caos la mañana de la iluminación de Buda. Pero, al parecer, Mara sólo se dio por vencido momentáneamente. Incluso después de que Buda se volviera profundamente venerado por toda India, Mara siguió protagonizando apariciones inesperadas.
Ananda, fiel acompañante de Buda siempre atento a cualquier perjuicio que pudiera sufrir su maestro, le informó consternado de que el “maligno” había regresado. En lugar de ignorar a Mara o de ahuyentarlo, Buda aceptó su presencia con serenidad diciendo: “Te veo, Mara”.
Entonces lo invitó a tomar té y lo atendió como a un huésped honorable. Buda ofreció a Mara un cojín para que se sentara con comodidad, sirvió el té en dos tazas de barro, las colocó sobre la mesa baja situada entre ambos y sólo entonces tomó él asiento. Mara se quedó un rato y después partió, pero durante su visita Buda permaneció libre e imperturbable.
Cuando Mara nos visita, ya sea en forma de emociones inquietantes o de historias terribles, podemos decir: “Te veo, Mara”, para reconocer con claridad la realidad de ansiedad y miedo que habita en el corazón de cada ser humano.
Al aceptar esas experiencias con la ternura de la compasión, somos capaces de ofrecer a Mara un té en lugar de ahuyentarlo aterrados. Al ver la verdad, soportamos lo que vemos con gentileza. Expresamos ese desvelo del corazón cada vez que reconocemos y aceptamos nuestros sufrimientos y miedos.
Tenemos muy arraigada la costumbre de ser amigos benévolos de nosotros mismos (de ahuyentar o ignorar al máximo lo tenebroso). Pero igual que la relación con una buena amistad está marcada por la comprensión y la compasión, podemos aprender a introducir esas mismas cualidades en nuestra vida interior.
A través de la práctica espiritual aprendemos a hacernos amigos de nosotros mismos, de nuestra vida, al nivel más profundo posible. Trabamos amistad con nosotros mismos cuando, en lugar de resistirnos a nuestras experiencias, abrimos el corazón e invitamos de buen grado a Mara a tomar té.
(Relato de Tara Brach en el libro «Armas de Titanes» de Tim Ferris) ¡Se feliz, haz el bien, y vive con conciencia! Abrazo desde el alma. (De la página de Silvio Santone).