El enojo es en esencia un remanente de energía que está destinado a aumentar nuestros recursos para resolver el problema que nos produce enojo.
Sin embargo, al no saber cómo canalizarlo termina convirtiéndose en un factor que daña aún más la situación a la que nos enfrentamos. Por esta razón es de fundamental importancia conocer de qué está hecha esta emoción y aprender a transformar: “El enojo que destruye en enojo que resuelve”, Dr. Levine.
El enojo es una de las emociones que más vemos en nuestra sociedad, queremos algo, no lo conseguimos y aparecen la frustración y el enojo, pero para entenderlo tenemos que poder ir más profundo y ver qué hay ahí que enoja tanto.
El enojo aparece cuando hay algo que se nos interpone a nuestro deseo, es una energía potente, se descarga adrenalina y el cuerpo se dispone al combate. Esa adrenalina hubiera servido antes cuando había batallas, pero ahora toda esa acumulación de energía nos trae problemas de salud y con el entorno.
El enojo que destruye es aquel que nos sucede cuando creemos que el otro nos hizo algo a propósito y fue contra nuestro, la respuesta si lo sentimos así será querer provocar al otro el mismo daño que nos hizo, ese es el comienzo de los conflictos.
En cambio si lo usamos para darnos cuenta que somos responsables de nuestra vida, que decidimos y elegimos todo el tiempo, podemos utilizar el enojo para saber lo que deseamos e ir por ese deseo.
Leyendo el libro del Dr. Levine me llamó la atención un punto que dice: “Cuando estás enojado tenés que preguntarte: ¿qué tendría que suceder en este momento para que el enojo se vaya?”.
Para mi fue liberador hacerme esa pregunta en un momento que me había enojado con una persona y mi cabeza no paraba de pensar: “¿Cómo no tuvo en cuenta mi cansancio?, yo siempre me preocupo y cuando necesito nadie puede”, etc.
Cuando me hice esa pregunta ¿saben la respuesta que apareció?, ninguna. Nada me iba a sacar de esa postura, darme cuenta de eso para mi fue revelador, en ese mismo momento el enojo se me fue, puede que no sea así que sigamos enojados, pero observar y poder darnos lo que necesitamos para que nuestro enojo pase nos puede ayudar a salir de ese lugar y asumir que no somos responsables de lo que el otro hace pero sí lo que decidimos hacer con lo que sentimos.
Cuando devolvemos dolor por dolor nos quedamos en un círculo de venganza interminable, así se perpetúan las luchas de poder, las separaciones de familias, hay que conocer el enojo, verlo y preguntarnos ¿qué tenemos que aprender de él y preguntarnos qué nos enoja tanto?
¿Seguimos dándole autorización a que decidan por mi? ¿Comunico al otro lo que pienso siento y quiero?
Aceptar, sentir y mirar nuestro enojo y no sólo quedarnos en la reacción. Nos puede ayudar a crecer, hacernos responsables de nuestra vida que al fin y al cabo es sólo nuestra.
Que Dios los bendiga.