Moacir Fermino, exjefe de la Policía Civil del estado de Río Grande do Sul, Brasil, fue condenado por la Justicia de su país a seis años de prisión por su papel en la investigación falsa del caso de dos niños descuartizados de Novo Hamburgo en septiembre de 2017.
De acuerdo a como lo adelantó PRIMERA EDICIÓN, en febrero de 2018, Fermino, al reemplazar durante las vacaciones al titular de Homicidios de la Policía Civil, afirmó que el hecho era un ritual satánico, arrestó a cinco personas y obtuvo una orden judicial contra otras dos. Entre estas falas acusaciones involucró a un misionero (hoy de 36 años) oriundo de Bernardo de Irigoyen.
La versión, sin embargo, no era más que “una narrativa fabricada”, según denuncia del Ministerio Público Fiscal.
La condena de Fermino se confirmó el pasado viernes (30), más de dos años después de su denuncia. El juez Ricardo Carneiro Duarte entendió que el exjefe de investigadores es culpable de los delitos de “falsedad (tres casos) y corrupción de testigos activos (cuatro)”.
Además, para el magistrado, hubo un “concurso material”, cuando el autor comete dos o más delitos, lo que lleva a sumar las penas. La Justicia también consideró que hubo una continuidad criminal, es decir, el crimen se llevó a cabo en secuencia. Un agravante fue el hecho de ser funcionario público y la coacción de testigos.
El juez manifestó en la sentencia que las “consecuencias que ocasionó el delito cometido requieren un aumento considerable de la pena, ya que las acciones ocurrieron durante una investigación policial y afectaron el curso de la investigación del asesinato de dos niños”. Y enfatizó: “Hasta la fecha de publicación de esta sentencia no hubo resolución del caso”.
La sentencia también condenó a Paulo Sérgio Lehmen, el informante de Moacir Fermino, quien fue el responsable de transmitirle la versión del “ritual satánico” y nombrar testigos. Su sentencia fue de cuatro años, dos meses y 12 días de prisión.
Paulo Sérgio fue declarado culpable del delito de “corrupción de testigos activos”. En su contra, también se observó que hubo una continuidad criminal, ya que habría actuado de manera similar para convencer a cuatro personas de que mientan.
Los condenados deben cumplir sentencia inicial en el régimen semiabierto. La decisión puede ser apelada y el cumplimiento sólo debe comenzar después de la decisión final.
Otro policía, el inspector Marcelo Cassanta, que firmó uno de los informes del jefe Fermino que contiene la versión falsa, fue absuelto en el proceso.
El juez consideró que firmó el documento ordenado por el superior y que no tenía independencia para tal decisión.
La sentencia cuenta con el testimonio de once testigos, entre ellos, el jefe a cargo del caso en ese momento, Rogério Baggio Berbicz quien destapó la mentira del ritual satánico.

Los testimonios señalan que Fermino realizó una investigación paralela a la del delegado titular incluso. Esto comenzó luego de que se le acercara el informante Paulo Sérgio -un viejo conocido de la época en que ambos trabajaban en política, en 2002-, con la versión de los hechos, que la muerte de los niños fue ordenada por un empresario para que pudiera prosperar, aconsejado por un mago de Gravataí.
En la sentencia, el magistrado detalla que la versión empezó a colapsar en enero de 2018, cuando una rueda de prensa -que incluso contó con los máximos de la Policía Civil- dejó toda la historia en sospecha.
Fermino dijo que tuvo una “revelación divina” y presentó una capa, una máscara de perro, elementos que, para él, se habrían utilizado en el “crimen”. La atípica historia y el confuso discurso del delegado dieron lugar a reiteradas preguntas.
Entre otras versiones lanzó: “Soy un siervo de Dios. Esa persona que falleció es un profeta de Dios y estaba conmigo me dijo ‘Dios tiene una revelación para ti, es algo con repercusión internacional y mundial’. Entonces, digo ¡ups! Cuando llegué a la comisaría, me bajé del auto, otro profeta de Dios me llamó: ‘Fermino, ven aquí que sólo confío en ti’”.
Unos días después, la policía devolvió a Baggio Berbicz el caso y abrió una investigación contra Fermino.
En la decisión confirmada el viernes, el juez concluye que no hubo pruebas enumeradas por Fermino, que no hubo “campanas” ni actos de investigación, como dijo a la prensa en ese momento.
Además, los cuatro testigos del supuesto “ritual macabro” con los niños fueron persuadidos por el delegado y el informante de narrar la versión bajo la promesa de que serían incluidos en el sistema de protección de testigos y recibirían una asignación fija de tres salarios mínimos -más de lo que realmente paga el programa-.
Esta investigación no fue realizada por el imputado Moacir, estando más preocupado por llevar el caso a la prensa a través de una entrevista en la que declara desenmarañar el crimen, de los niños muertos, mediante intervención divina, como ya se señaló, habiendo incluso cinco personas detenidas injustamente por el crimen.
Para el juez Ricardo Carneiro Duarte, “no se puede admitir que en el momento en que tuvo información sobre el caso, que hasta ahora no había sido descubierto por el titular, comenzó a realizar una investigación paralela, basada en pruebas extrañas, místicas, religiosas, diabólicas”.
Retirado, Fermino sigue recibiendo su salario en su totalidad. En su contra todavía hay un procedimiento abierto en el Consejo Superior de la Policía Civil que puede resultar en la nulidad de la jubilación, pero hasta el día de hoy no ha habido decisión.
El otro acusado, Paulo Sérgio, en su interrogatorio, “mencionó no recordar muy bien ese momento, ya que sufrió un derrame cerebral”. También afirmó haber sido presionado por el delegado para obtener testigos.
Por el caso de los niños enterrados en Novo Hamburgo, hasta el día de hoy, no se sabe quién los mató. Lo máximo que se pudo descubrir, a través del análisis del Instituto General de Medicina Legal, es que las dos víctimas son un niño y una niña, de entre 8 y 12 años, y que tenían material genético compatible por parte materna. Es decir, pueden ser hermanos, primos o incluso tía y sobrino. No se descubrió ningún nombre, miembros de la familia o incluso de dónde vinieron.
Los dos cuerpos fueron enterrados en diciembre de 2019, luego de más de dos años almacenados en el Departamento Médico-Legal. La palabra “ignorados”, toscamente escrita en tinta azul, indica los dos cajones del cementerio municipal de Novo Hamburgo donde fueron enterradas las víctimas del brutal crimen. Sin haber sido identificados hasta el día de hoy, pasaron a ser números: 115/17 y 116/17.





