Tan solo por un instante, al leer esto te invito a que cierres tus ojos, inspires profundo y exhales todo el aire hasta quedar completamente vacío, espera hasta que el aire nuevamente pida entrar. Simplemente siente el aire entrando en tu cuerpo, el aire es vida, el aire es combustión, el aire es el impulso de vida que entra desde la primera bocanada al nacer y hasta el estertor final. El aire nos habita sin que prestemos atención.
Simplemente siente cómo el aire entra y sale. Siente, no lo pienses, está sucediendo en este momento aunque no lo pienses ni lo dirijas. La vida te cuida. ¡Relaja!
El sentir es un ejercicio, el sentir es una intención. En este mundo vertiginoso y demandante nos hemos olvidado de sentir, y por ende estamos perdidos en nuestro mundo de conceptos, enredados caemos en la confusión. ¡La mente sólo es un instrumento para aprender a discernir!
No le cedas el poder.
Así me pregunto:
¿Cómo actuamos desde la confusión y el enredo?
¿Cómo actuamos y vivimos desde el desequilibrio que produce la confusión?
¿Qué calidad de acciones tenemos desde la incoherencia sin discernimiento?
¿Qué calidad de vibración y pensamientos estamos emanando?
La casualidad o existe. Todo surge de la más profunda fuente del destino.
El destino no es azahar.
Somos energía vibrando y atraemos, por resonancia como un imán, las situaciones en la vida de las que tenemos que aprender.
Lo igual se atrae, somos un imán. Detente y siente, ¿estás vibrando alto?
¿Qué calidad de sentimientos te envuelven?
¿Qué pensamientos anteceden a esos sentimientos?
¿Qué energía te precede en concordancia a esos pensamientos cargados de sentimientos?
Eso que te habita es tuyo. Atraes en lo que estás vibrando.
¡Somos un imán!
¿Ahora entiendes? ¿Qué realidad te estás construyendo?
Siente y re direcciona a través de la calidad de tus pensamientos.